En las elecciones más inciertas que se recuerdan, con el socioliberal Emmanuel Macron, la ultraderechista Marine Le Pen, el conservador François Fillon y el izquierdista Jean-Luc Mélenchon en una horquilla de cinco puntos en los sondeos, el atentado en los emblemáticos Campos Elíseos salpicó la campaña.
Hasta ahora centrada en los escándalos judiciales que afectaron a Fillon y Le Pen -ambos sospechosos de malversación de fondos públicos-, la campaña vio cómo el terrorismo regresó al primer plano y provocó un cruce de acusaciones a dos días de la celebración de la primera vuelta del 23 de abril.
Le Pen, segunda favorita aunque en ligera caída en los últimos sondeos, fue la primera en comparecer ante la prensa para dejar una ristra de reproches al Ejecutivo socialista del presidente, François Hollande, quien renunció a buscar su reelección.
«A este Gobierno efímero, dirigido por la inacción, le pido que ordene la restauración inmediata de nuestras fronteras nacionales», dijo la candidata eurófoba desde su sede de campaña en París con gesto circunspecto y vestida de negro riguroso.
Abogó además por incrementar con 15.000 agentes más los efectivos de la Policía y de la Gendarmería, por un refuerzo de los servicios secretos y de los medios del Ejército, así como por «una adaptación de la política penal y carcelaria a este tipo de criminalidad».
Una hora más tarde, Fillon convocó a los periodistas en su enorme sede de campaña del sur de París para ahondar en las críticas a la acción del Ejecutivo, que ha tenido que lidiar en los dos últimos años con una oleada de atentados que se ha saldado con 239 muertos.
«Hay que cambiar de escala. Tenemos que rearmarnos en el terreno de la seguridad, militar y diplomático, pero también en el ideológico y cultural, porque el islam radical desafía nuestros valores», dijo.
Con signos de cansancio y gesto adusto, Fillon puso en el plano internacional la lucha contra el radicalismo musulmán y avisó de que «cuanto más divididos estén Estados Unidos, Europa, Rusia, Irán, Turquía y los países del Golfo, más tarde llegará la victoria contra el totalitarismo islámico».
En una intervención inusual, el primer ministro, Bernard Cazeneuve, encarnó la respuesta del Gobierno francés, especialmente indignado con las invectivas de Le Pen.
«Busca, como después de cada drama, aprovecharse para instrumentalizar y dividir. Busca explotar, sin ninguna vergüenza, el miedo y la emoción con fines exclusivamente políticos», denunció Cazeneuve.
El primer ministro reprochó a la líder ultraderechista que haya «ignorado» el control fronterizo que se restableció por el ataque del 13 de noviembre de 2015 -y que activó el estado de emergencia que aún perdura- y tasó en 105 millones a las personas controladas, entre las que a 80.000 se les impidió entrar en Francia.
Cazeneuve también contestó a Fillon, a quien echó en cara su acción como primer ministro entre 2007 y 2012, en el Gobierno del conservador Nicolas Sarkozy.
«Él pide crear 10.000 puestos de policías. ¿Cómo es posible creerle como candidato cuando suprimió 13.000 puestos en las fuerzas de seguridad?», se interrogó Cazeneuve.
Macron, que encabeza las últimas encuestas, emuló a sus principales rivales y también compareció ante los periodistas para juzgar «indispensables» las reformas en la Unión Europea que garanticen la seguridad de los ciudadanos.
El izquierdista Mélenchon rindió un tributo a quienes han muerto por proteger a los franceses y comentó que el pase a la segunda vuelta se decidirá por un estrecho margen de votos.
Según los medios franceses, el autor del ataque, que fue abatido por la policía tras matar a un agente y herir a otros dos, es Karim Cheurfi, de 39 años y nacido en Livry Gargan, al norte de París.
De acuerdo con las mismas fuentes, Cheurfi había sido condenado en 2005 a 15 años de cárcel por hechos de 2001, cuando hirió de bala a un policía después de verse implicado en un choque entre dos coches.