Desde su creación, el 13 de septiembre del 2012, el Instituto Nacional de Investigación en Salud Pública (Inspi) se formó para desarrollar estudios científicos y tecnología sanitaria.
Es también el laboratorio de referencia nacional en donde se vigilan, analizan y diagnostican enfermedades infecciosas, como la influenza.
Y desde marzo procesa las pruebas PCR para covid-19, causada por el SARS-CoV-2. Los primeros meses fueron intensos, reconoce el microbiólogo Alfredo Bruno, coordinador técnico.
El análisis de pruebas PCR -únicas avaladas para el diagnóstico- concentró la labor del personal: cinco en Guayaquil (matriz), en Quito y en Cuenca.
Hoy son unos 100 funcionarios en todo el país. La tarea comienza con la recepción de las muestras que llegan del país. Luego de una revisión, va al área molecular para la extracción del ácido ribonucleico (ARN) del virus.
Entonces, se mezclan los reactivos, pasan al termociclador y se suben resultados positivos o negativos al sistema de vigilancia de salud pública (Viepi).
“Esto ya se realizaba por el seguimiento que se hacía a la influenza. Ecuador es parte de una agrupación de detección de los virus que podrían convertirse en pandemia”.
Solo faltaban -anota Bruno- los reactivos o ‘primers’. La primera adquisición fue de 100 000 reactivos y se espera la llegada de 94 000, en 15 días.
Roche entregó un equipo, con el que se aumentó la capacidad de procesamiento. “En el momento no tenemos pruebas represadas y los resultados se entregan entre 48 y 72 horas.
Antes nos tomábamos hasta una semana”, dijo Bruno. A diario, entre las tres sedes, se procesan entre 1 500 y 1 600 muestras. Sin embargo, la capacidad es para 3 000 test, es decir, trabajan a la mitad del equipo instalado, comenta el coordinador del Inspi.
Aunque han tenido días en donde sí alcanzaron niveles máximos. “En marzo, abril y julio”. En las últimas semanas de marzo, el Gobierno autorizó a tres laboratorios privados, ya son 29.
También a 15 universidades. La vigilancia al comportamiento del virus es fundamental para controlar la pandemia. El Inspi ha secuenciado al SARS-CoV-2, para determinar que hay una cepa con varios linajes o mutaciones.
Esto -dice Bruno- será útil para conocer la eficiencia de la vacuna. “Al momento no podríamos producirla o replicarla, pero sabemos cómo actúa acá el virus”.
Menos procesamiento de pruebas se evidencia
El número de muestras tomadas para detectar la infección por este coronavirus bajó en agosto en Ecuador. La consigna mundial en esta pandemia ha sido la realización de más pruebas, pero en el país las cifras del Ministerio de Salud no reflejan esa tendencia.
En julio pasado se recolectaron 95 041 nuevas muestras y un mes después se efectuaron 86 676, por lo que de un mes a otro descendieron en 8 365.
En consecuencia, se están realizando menos pruebas diarias. En agosto se observan más días en los que se receptaron menos de 1 000 nuevas muestras, mientras que en julio se ven más picos altos que bajos.
El mes anterior hubo 49 464 casos sospechosos en espera de resultados; lo que representa el 15%. Aunque este porcentaje ha bajado, si se compara con el que cerró julio: 16,5%.
El bajo número de muestras que se toman también se puede revisar en función de la población.
En este 2020 hay 17,5 millones de habitantes, es decir para fines de julio se hicieron 14 pruebas por cada 1 000 personas, y para agosto apenas subieron a 19 en el país.
Al analizar por provincias se ve que Galápagos encabeza el listado: 50, seguido de Morona Santiago con 47 y Carchi, 35, con alta prevalencia del virus en función de su población.
Hay ocho localidades que tienen menos de 19 muestras por 1 000 habitantes. Estás son: Chimborazo, Los Ríos, Santa Elena, Cotopaxi, Cañar, Guayas, Esmeraldas e Imbabura. La disminución del número de pruebas da lugar a un bajo número de nuevos casos detectados y descartados.
Por lo que no se puede hablar de una real caída de pacientes infectados en el último mes y más cuando el 35% de los exámenes realizados dan positivo.
La OMS señala que un país debería tener 5% o menos de positivos para haber superado la fase de contagio. Y una menor toma de muestras también se evidencia en el creciente número de fallecidos probables, que hasta fines de agosto sumaron 3 743.
Murieron sin haberse sometido a una prueba, pese a sus síntomas. Según Byron Núñez, epidemiólogo, no hay un número ideal de pruebas a tomar por cada 100 000 habitantes, depende del estadío de la pandemia, recursos y políticas de mitigación o supresión.
En el último caso se necesitaría aplicar test a 20 y 30 contactos de cada infectado. Su colega, Andrea Gómez, considera que dado el índice de casos positivos se debería haber aplicado más de un millón de test en el país.
Fuente: El Comercio – Nota Original: LINK