Bicicletas en las afueras de la cueva de Tham Luang, en el norte de Tailandia, fueron la señal de alerta: 12 adolescentes de entre 11 y 16 años, pertenecientes a un equipo de fútbol, junto con su entrenador quedaron atrapados en la caverna.
El 23 de junio el grupo emprendió un recorrido en esa reconocida zona turística e ingresó a la cueva, a pesar de las advertencias de no hacerlo. Esto, pues el país enfrenta una fuerte temporada de lluvias, que no parará hasta octubre.
Al panorama de estrechos pasadizos, lodo y la entrada a 2, 5 kilómetros se unió una tormenta que inundó a la cueva, por lo que el rescate no pudo ser inmediato.
La situación era difícil hasta para los expertos voluntarios, como en el caso el submarinista militar, Samarn Poonan, quien en la tarea de distribuir oxígeno se quedó sin aire y perdió la vida.
Expertos determinaron tres opciones: esperar a que el nivel del agua baje, drenarla o enseñar a bucear a los jóvenes.
En una carrera contra el tiempo, con mejores condiciones climáticas, el domingo pasado se inició la operación de rescate. En tres operativos fueron sacados los niños y su entrenador.
Autoridades locales, socorristas locales y extranjeros utilizaron tanques de oxígeno en la labor, así como bombas de extracción de agua.
Ahora, los menores de edad y su profesor se recuperan en un hospital Chiang Rai. Pueden ver a sus padres a través de una ventana, se mantienen aislados para no contagiarse de alguna enfermedad.
Médicos encargados han informado que en una semana podrán salir de la casa de salud. Después de más de dos semanas en la oscuridad, el mundo entero espera que los niños vuelvan a las canchas.