La profesora Cristalinda Goitía, de 36 años, había partido de Güiria, un pueblo costero en el estado de Sucre, en el noreste de Venezuela desde donde suelen zarpar hacia Trinidad y Tobago precarios botes pesqueros cargados de migrantes que tratan de escapar de la profunda crisis de su país.
Cristalinda iba con su hijo Cristian García Goitía, de 11 años, a pasar las fiestas navideñas con su esposo y estudiaba la posibilidad de quedarse y no regresar más.
Su bote partió el 6 de diciembre con unas 30 personas. La cifra de fallecidos, informó el fiscal general Tarek William Saab, asciende a 28.
Aún no están claras las condiciones del naufragio. Solo que los primeros cuerpos aparecieron a unos 13 km de la costa venezolana.
“El pueblo de Güiria está impresionado”, dice Cristian, el hombre que maneja el camión y que ya antes tuvo que hacer un viaje de seis horas por tierra con los primeros 11 cadáveres encontrados para llevarlos a Cumaná, la capital del estado.
Antes de salir al cementerio, el vehículo hace una parada cerca de la iglesia del pueblo, frente a la plaza principal. Allí un sacerdote reza para pedir el descanso de la víctima.
En el cementerio la entierran junto al cuerpo de Cristian, que recibió sepultura un día antes.
“Mi hermana se fue buscando nuevos horizontes”, expresa su hermano Santiago, que solloza en un cementerio.
“¡Espérame hija en el paraíso!”, gritan los presentes. “¡En el paraíso nos vemos!”, “Diosito, dame fortaleza!”, se escucha entre la gente.
Además de a la familia de Cristalinda, el dolor alcanzó por segunda vez Jonhy Matey quien luce abatido y cabizbajo. Un niño de ocho años fallecido en este incidente era el hijastro de su hija, que en mayo de 2019 desapareció en otro naufragio.
“Su papá lo mandó a buscar y una tía lo mandó con unos primos, un muchacho que los vino a buscar de Trinidad. Se iban por la situación país, se iba a vivir con su papá”, comenta.
!Un año y siete meses después de que mi hija desapareció, volvemos a pasar por esto”, lamenta Johny y recuerda que fue su hija quien crió al niño desde meses de nacido.
En la peligrosa travesía entre Güiria y Trinidad, de unos 100 km, un centenar de migrantes venezolanos desaparecieron solo entre 2018 y 2019.
Pero pese a la gran cantidad de incidentes que se estima han sucedido, los cuerpos no han aparecido hasta el naufragio de ahora. Y eso ha impactado a Güiria, donde se respira una profunda tristeza.
Días atrás, un helicóptero llegó a la zona para apoyar el rescate de los cuerpos junto a un grupo de pescadores de la zona en sus botes.
El pueblo que habitualmente es tranquilo se ha visto lleno de oficiales de la policía judicial, luego de que empezaran a aparecer los cuerpos.
La ministra del Interior, Carmen Meléndez, se trasladó al lugar para reunirse con autoridades locales. Su despacho anunció una investigación sobre “la existencia de mafias que trafican con las necesidades del pueblo humilde de ese sector” y anunció un refuerzo de la investigación para lograr “la ubicación y detención de todos los responsables de este trágico incidente”.
Las autoridades dieron a conocer que dos personas han sido detenidas: el dueño de la hacienda de donde salió la embarcación y el propietario del bote, “quien posee antecedentes penales por los delitos de tráfico de drogas y tráfico de personas”. El Ministerio Público, en el curso de las investigaciones, pidió arrestar a cuatro civiles y siete militares.
La oposición venezolana ya había denunciado la existencia de estas mafias entre ambos países. La ONU estima que más de cinco millones de venezolanos salieron del país desde 2015 forzados por la crisis, unos 25.000 hacia Trinidad y Tobago. El país insular señala que registro a unos 16.000.
Nota Original: El Universo – LINK