«Hemos decidido realizar las liberaciones por nuestra propia cuenta, a riesgo de no contar con las condiciones mínimas para que estas operaciones humanitarias puedan tener el mejor desenlace», dijo el martes su dirección nacional en un comunicado, que no precisa la fecha en que tendrá lugar la liberación.
También hicieron un llamado a los países garantes, al grupo de países de apoyo, acompañamiento y cooperación, a la ONU y a la Iglesia para que acompañen las operaciones de liberación y ayuden a que «no ocurran desgracias, como otras acontecidas en la historia del país». Su decisión responde a que el Gobierno colombiano «no facilitará en el corto plazo un acuerdo sobre los protocolos para la liberación de los uniformados detenidos el 3 de agosto en el Chocó y el 8 en Arauca. El tiempo pasa y con ello los riesgos de un desenlace fatal».
De acuerdo con el ELN, la liberación se realizará «sin colocar en riesgo la vida de los miembros de las Fuerzas Armadas que vamos a liberar», de personalidades que contribuyan a esta operación y de los guerrilleros que participen en la misma. «Desde ya responsabilizamos a las Fuerzas Armadas Estatales por cualquier incidente fatal que se pueda presentar en estas operaciones humanitarias. De nuestra parte haremos todo el esfuerzo para que ello no ocurra», afirman en el comunicado. El presidente de Colombia, Iván Duque, exigió la semana pasada al ELN que libere a los secuestrados como un primer gesto de «voluntad de paz» de cara a una eventual reanudación de los diálogos que quedaron en suspenso en Cuba.
Durante una visita a Bogotá, la semana pasada, el jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, se reunió con Duque y ofreció su respaldo a los esfuerzos de paz del gobierno colombiano, con una eventual mediación con los rebeldes guevaristas. Desde que finalizaron en agosto los diálogos de paz con la gestión del expresidente Juan Manuel Santos, el ELN ha tomado como rehenes a nueve personas: cuatro militares, tres policías y dos contratistas civiles. El ELN es considerada oficialmente la última guerrilla activa en Colombia, con unos 1.500 combatientes y una extensa red de apoyo. Una delegación de diálogo está en La Habana a la espera de las definiciones del nuevo gobierno. (I)