A mediados de junio Joaquín, guayaquileño de 70 años, se contagió de covid-19. Sus síntomas fueron graves, por lo que ingresó a una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).
Allí permaneció 11 días, durante los que presentó sangrados, insuficiencias renal y respiratoria. “Después de varios procedimientos médicos, su pronóstico no era alentador”, recuerda el médico Alberto Campodónico.
La salud de Joaquín se debilitó -explica el galeno- debido a su edad y a patologías preexistentes: diabetes e hipertensión. “No se logró controlar el avance de la enfermedad, por lo que falleció”, relata el intensivista, quien labora en la Clínica Kennedy, de Guayaquil.
En el mundo, el 90% de infectados de covid-19 presenta síntomas leves. El 10% restante requiere hospitalización; de estos el 5% necesita una cama en cuidados intensivos.
En esos pacientes críticamente enfermos, la tasa de mortalidad escala del 39% al 72%; aunque en algunas localidades el porcentaje puede ser mayor, según el Consenso Interino Multidisciplinario Informado en la Evidencia sobre el Tratamiento de covid-19, actualizado el 8 de agosto por expertos y autoridades sanitarias nacionales.
En Ecuador las cifras varían. En Pichincha, de abril a julio, el número de ingresados a UCI fue de 432; de ellos, 180 fallecieron, esto quiere decir el 42%. Pero en varias provincias, la mortalidad es mayor.
En Morona Santiago es del 86%: 12 de los 14 internados murieron. Sigue la provincia de Tungurahua, en donde se registraron 137 decesos de un total de 178 pacientes en UCI.
Mientras que en Guayas -la más afectada por el virus entre marzo y abril- la mortalidad alcanzó al 52% en esta área crítica (352 de 682), según datos proporcionados por el Ministerio de Salud Pública.
En hospitales del Seguro Social, como el Carlos Andrade Marín, han ingresado 360 contagiados de covid-19 a UCI, entre abril y septiembre. La mitad de ellos falleció.
Esto se debe a que los pacientes desarrollan lesiones agresivas de pulmón, daños en otros órganos, infecciones y a su edad avanzada, explica Abel Godoy, jefe de este servicio.
El médico Cristian Cevallos, presidente de la Sociedad Ecuatoriana de Cuidados Intensivos, coincide en que la principal complicación es el choque séptico.
Ocurre cuando los órganos y tejidos no reciben suficiente oxígeno y nutrientes, lo que produce una falla en el organismo. En el Consenso Multidisciplinario de Ecuador consta que, de los pacientes graves ingresados en las unidades médicas el 50% presenta un síndrome multiorgánico, debido a la sepsis y a la liberación en cascada de citoquinas.
Esto origina un deterioro en las funciones pulmonar y renal, y alteraciones cardíacas y hepáticas. Joaquín, por ejemplo, desarrolló varias infecciones bacterianas e insuficiencia renal.
“El SARS-CoV-2 bajó el sistema inmunológico o las defensas, por lo que fue más susceptible al virus. No pudimos hacer más”, opina Campodónico. Afortunadamente, hubo pacientes que sí lograron superar al covid-19.
Segundo Arequipa, un contagiado de 48 años, estuvo 30 días en la UCI del Quito Sur, del IESS, entre mayo y junio. El hombre contó con apoyo de un ventilador mecánico, debido a la insuficiencia respiratoria que le ocasionó daños en sus órganos.
“Felizmente se recuperó y fue enviado a su vivienda, ya que no presentó malestar por otras patologías preexistentes”, indicó el centro. Una historia similar vivió Raúl Muñoz, de 50 años.
Él permaneció 70 días en la UCI de este establecimiento. Ingresó en abril con un diagnóstico de covid-19, que le produjo una neumonía intensa.
Estuvo conectado a una máquina ventilatoria y fue operado. En julio recibió el alta. Sin embargo, el tiempo de estancia sí complica la salud de los internados.
Si superan los 10 días, el riesgo de infección por gérmenes intrahospitalarios aumenta, son resistentes a la mayoría de antibióticos. También afecta a su movilidad.
Hugo Espejo, subdirector de Medicina Crítica en el Quito Sur, señaló que “después de estar en camas UCI, los internos enfrentan la llamada neuropatía del paciente crítico, es decir, deben volver a aprender a desarrollar varias actividades de su jornada diaria, como caminar o comer solos”.
Muñoz, por ejemplo, ya se alimenta por su cuenta; también se levanta y da unos pasos con ayuda. Ahora debe realizar terapias respiratorias.
En Francia, Suiza, Países Bajos y España, el porcentaje de fallecidos en terapia intensiva alcanza el 31%; mientras que en EE.UU. es del 39,5%.
Fuente: El Comercio – Nota original : LINK