Algunos estudiantes ecuatorianos en Estados Unidos se mostraron preocupados al inicio por la decisión de la Oficina de Inmigración y de Aduanas (ICE), de suspender las visas F1 a los extranjeros si las universidades se volcaban totalmente a la modalidad de clases en línea.
Con el paso de las horas la precupación fue bajando, aunque no del todo. Todos ellos saben bien que para poder tener el permiso para estudiar, el requisito básico es que las clases deben ser presenciales.
Ahora, muchos están pendientes de las decisiones que tomarán las universidades al respecto. André Navas, de 19 años y que estudia Marketing en la U. de Heidelberg, en Tiffin (Ohio), y Juan Diego Palacios, de la misma edad y que cursa Ingeniería Mecánica en la Universidad de Bridgeport (Connecticut), ya habían recibido notificaciones de sus centros académicos que el año escolar 2020-2021 será bajo la modalidad presencial.
Ambos, que están pasando las vacaciones en Quito, no tendrían problemas en volver a Estados Unidos. “Costó al principio adaptarse a las clases virtuales, pero ahora serán 100% presenciales”, señaló Palacios.
La Universidad de Maryland, en donde Sebastián Romo, de 24 años, estudia su PhD en Ingeniería Mecánica, aún no ha anunciado una decisión.
Pero Romo, en su condición de candidato al doctorado, pronto hará un trabajo presencial en el laboratorio. “En este caso, parece afectar más a los de pregrado” dice, porque las universidades cerraron los campus para las clases pero “las investigaciones tienen que ser presenciales. En ese sentido, no tengo ningún problema”.
Todo apunta a que esta y otras universidades estatales optarán por el modelo híbrido (parte presencial y parte virtual). En cambio, para Eileen González, de 19 años y estudiante de la Universidad de Drury, en Misuri, la situación es más compleja.
Ella comenzó a buscar el traslado a otra institución, incluso antes de la resolución del ICE, para acudir a un centro educativo menos costoso.
Pese a tener una beca del 60% de la colegiatura, debe pagar USD 20 000 al año. Ahora, la situación económica le obliga a buscar alternativas.
Con el cierre de la universidad por cuarentena, González tuvo que ir a Chicago, donde una tía a quien iba a ver por primera vez. “Al cerrar el campus también cerraron la residencia y todos tuvimos que salir”.
Fuente: El Telégrafo – Nota Original : LINK