«Pese a que he mejorado de forma constante mi estado físico general, todavía no estoy al cien por cien y siento que correría un riesgo innecesario al jugar este torneo sin estar totalmente listo», indicó el tenista, que no se había perdido ninguna edición en Roland Garros desde su debut en París en 1999.
Será, además, el primer Grand Slam que se pierda el suizo desde el Abierto de Estados Unidos de 1999, desde cuando encadenaba 65 participaciones en este tipo de torneos, que ha ganado 17 veces.
El vencedor en la tierra batida de París en 2009 y otras cuatro veces finalista, aseguró que la decisión de no disputar Roland Garros «no fue fácil de tomar».
«Pero al hacerlo puedo salvar el resto de la temporada y alargar mi carrera deportiva», indicó el tenista.
Federer aseguró que no ha perdido ni la motivación ni la emoción de jugar al tenis y señaló que su nuevo objetivo pasa por volver «al más alto nivel» cuando comience la temporada de hierba.
«Lo lamento por mis fans de París, pero ya tengo ganas de volver a Roland Garros en 2017», indicó el helvético.
La temporada de Federer no está siendo muy buena. Solo ha participado en cuatro torneos y su mejor resultado fue la final de Brisbane, que perdió frente al canadiense Milos Raonic.
En el Abierto de Australia cayó en semifinales contra el serbio Novak Djokovic, número uno del mundo, y en la temporada de tierra no superó los cuartos de final de Montecarlo, derrotado por el francés Jo-Wilfried Tsonga, y los octavos de Roma, víctima del austríaco Dominic Thiem.
La ausencia de Federer permite al español Rafael Nadal afrontar el torneo, donde aspira a levantar una décima Copa de los Mosqueteros, como cabeza de serie número 4, con lo que evita a Djokovic, su verdugo en cuartos del año pasado, hasta, al menos, las semifinales.