Los norcoreanos del común han sido aleccionados para estar en un constante estado de alerta frente a las amenazas exteriores, especialmente si vienen de Estados Unidos.

CNN

Corea del Norte es un país preparado para el conflicto.

Aunque técnicamente siguen en guerra con su vecino del sur, los norcoreanos del común han sido aleccionados para estar en un constante estado de alerta frente a las amenazas exteriores, especialmente si vienen de Estados Unidos.

Y esos temores parecen haberse confirmado este mes, después de que el presidente estadounidense Donald Trump lanzara un ataque sorpresa contra la base aérea de Siria y, además, enviara al norte de Asia a un grupo de batalla naval, al que describió como “una armada”.

Las amenazas militares de Trump, quien ha acusado a Pyongyang de “estar buscando problemas”, resultan bastante familiares para los ciudadanos que consumen los medios estatales de Corea del Norte. Justamente porque, durante décadas, han sido aleccionados por sus líderes de un ataque inminente de Estados Unidos y del intento por cambiar el régimen.

“Los actos de guerra agresivos por parte de Estados Unidos son cada vez más imprudentes”, le señaló a CNN en Pyongyang un funcionario de Corea del Norte esta semana.

“En respuesta, nosotros seguiremos fortaleciendo nuestra capacidad de defensa propia”, añadió.

Una trágica historia

Al observar la historia del país, resulta comprensible la paranoia que siente frente a un posible ataque de Estados Unidos.

Se calcula que durante la Guerra de Corea, los aviones estadounidenses lanzaron cerca de 625.000 toneladas de bombas en Corea del Norte. Una cantidad que supera la usada en el campo de operaciones del Pacífico en la Segunda Guerra Mundial, incluyendo las 32.000 toneladas de napalm.

Alrededor de 600.000 civiles de Corea del Norte y un millón de Corea del Sur fueron asesinados, junto con cientos de miles de soldados. Curtis LeMay, un comandante de la fuerza aérea en ese momento, estimó en 1988 que los aviones estadounidenses mataron al 20% de la población «durante un período de tres años».

Blaine Harden, autor de The Great Leader and the Fighter Pilo (El gran líder y el piloto de combate), explica que Kim Jong Un –tal como lo hicieron su padre y su abuelo previamente– «ha mantenido los recuerdos de la guerra y el bombardeo horriblemente frescos. Los medios de comunicación estatales advierten que tarde o temprano, los estadounidenses atacarán de nuevo».

Y para terminar de completar el panorama, Corea del Norte mantiene un ejército masivo de más de 1,2 millones de soldados, al que se suman millones de tropas paramilitares, según el Instituto Internacional para Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés).

Corea de Sur, por su parte, también mantiene un gran estado de alerta con más de 500.000 personas en sus fuerzas armadas, registra IISS. Además de los miles de soldados estadounidenses desplegados en el país.

La Constitución de Corea del Norte establece que “la defensa nacional es un deber supremo y un honor de los ciudadanos”. Y el país está gobernado por la política “songun” –o, primero los militares–, que pone a las fuerzas armadas por encima de todo.

En los últimos años, dicha política ha significado una enorme inversión en el desarrollo y despliegue de armas nucleares y misiles balísticos de largo alcance.

Paranoia

El intenso énfasis en la parte militar de un país tan pobre y devastado como Corea del Norte puede causar bastantes adversidades. Sin embargo, Pyongyang justifica sus políticas con la narrativa de una amenaza inminente por parte de las fuerzas extranjeras.

Y esa narrativa fue ampliamente exhibida esta semana por los medios estatales de Corea del Norte que, a pesar de controlar tan estrictamente la información que llega del exterior, difundieron de manera extendida el despliegue del portaaviones estadounidense Carl Vinson y el ataque sorpresa de Trump contra Siria.

Un residente en Pyongyang le dijo a CNN que “estamos al borde de una guerra, pero si eso pasa todos iremos a las líneas frontales a combatir a Estados Unidos”.

El régimen ha mantenido las acciones de Trump en Siria, así como las de sus predecesores en Iraq y Afganistán, como la justificación para buscar avances en el programa de armas nucleares de Corea del Norte, pues reclama que este plan es fundamental para la defensa.

“Los anteriores gobiernos de Estados Unidos han atacado a aquellos países que no han obtenido armas nucleares, y Trump no es diferente de los anteriores gobiernos de Estados Unidos al apuntar a esos estados no nucleares», le explicó a CNN un funcionario norcoreano.

Pyongyang teme que si no cuenta con armas nucleares podría sufrir el mismo destino de Siria y terminar sumergido en el caos y la guerra civil.

Calma relativa

Al sur de la frontera, sin embargo, la situación es muy diferente. Este martes, algunos funcionarios surcoreanos trataron de tranquilizar a sus ciudadanos asegurándoles que Estados Unidos no tomaría acciones unilaterales contra Corea del Norte sin consultarle a Seúl.

“Estados Unidos deja claro que no aplicará una nueva política o medida sin consultarlo con nosotros», le señaló el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Corea del Sur, Cho June-hyuck, a los periodistas.

Por su parte, el vocero del Ministerio de Defensa Moon Sang-gyun también advirtió a los ciudadanos contra dejarse “cegar por las exageradas evaluaciones sobre la situación de seguridad de la Península Coreana”.

Moon Jae-in, líder del partido opositor Demócrata y candidato para la presidencia del país, aseguró en Facebook que «nunca debe haber un ataque preventivo sin el consentimiento de Corea del Sur».

“Los países vecinos se están aprovechando de la ausencia de un presidente en Corea del Sur para tratar de excluirnos y manejar asuntos en la Península Coreana de acuerdo con su propia comprensión”, sostuvo Moon.

La expresidenta del país, Park Geun-hye, fue impugnado de su cargo después de un escándalo de corrupción.

En las calles de Seúl, los surcoreanos que hablaron con CNN estaban mucho menos preocupados por una posible guerra que sus vecinos del norte.

«Me siento incómodo frente a que que Corea del Norte provoque una guerra», indicó Jeon Hyung-min, de 26 años. “Pero no creo que ocurra ataque estadounidense y si Corea del Norte puede analizar la situación, no seguirá ninguna provocación armada por ahora”, añadió.

Seo Deok-il, de unos 70 años, explicó que no se sentía «ansioso» por las noticias. «No creo que estalle la guerra», indicó. «Si tuviera miedo, habría inmigrado a otro país».