Desde los puestos de mando unificado que tiene la Secretaría de Seguridad se monitorean las denuncias reportadas en los chats de parroquias en donde hay más casos de covid-19 en Quito: Chillogallo, Guamaní, Centro Histórico, Calderón, Belisario Quevedo, La Magdalena y Conocoto.
En los chats comunitarios los dirigentes barriales de estos siete sectores alertan sobre casos de aglomeraciones, gente que no usa mascarilla o no respeta los distanciamientos.
También de quienes participan en reuniones sociales o beben licor en la vía pública. César Díaz, secretario de Seguridad del Municipio, asegura que se han redoblado esfuerzos para atender ese tipo de denuncias en las zonas más críticas.
Señala que a través del programa ‘Quito sale seguro’ se organizaron los chats. ¿Cómo funciona? Una vez que alguien alerta en los chats sobre alguna anomalía relacionada con la falta de prevención y medidas de bioseguridad, se activan los grupos de reacción inmediata que acuden a los sitios en donde se producen aglomeraciones.
Para atender las denuncias esas brigadas emplean entre 80 y 150 uniformados, entre policías, militares, agentes de tránsito, metropolitanos y personal del Municipio; dependiendo de las competencias de cada entidad.
Esa cantidad puede variar de acuerdo a la emergencia, explica Díaz. El fin de semana ya se efectuaron las primeras intervenciones en el sur: Chillogallo, Mercado Mayorista y la calle J de Solanda. En el norte fue Calderón.
La Agencia Metropolitana de Control levantó seis actos de inicio por no usar mascarilla y tres porque un grupo de comerciantes no contaba con los permisos para realizar actividades económicas en sus establecimientos.
La Policía Nacional sancionó a 60 personas por no cumplir con el toque de queda. Díaz señala que una de las prioridades es trabajar en conjunto con la comunidad, y en ese sentido los líderes barriales juegan un papel importante.
Son ellos los que realizan las denuncias en los chats, convocan a los vecinos a reuniones para abordar la problemática de la pandemia o buscan soluciones a líos menores.
En la avenida La Ecuatoriana, sector de Guamaní, por ejemplo, decenas de vendedores ambulantes se ubican diariamente en las aceras con toda clase de productos.
Nancy Rosas, presidenta del Comité Promejoras de La Ecuatoriana, dice que una de las principales causas de los contagios es el comercio autónomo.
Ese criterio lo comparte Ana Vargas, dirigente de Chillogallo, quien señala que la solución es que estos trabajadores sean trasladados a otros mercados municipales que tienen puestos disponibles.
“Esa tarea le corresponde al Municipio, pero se necesita más proactividad para lograrlo”. En el Centro Histórico, donde hasta ayer se reportaron 443 contagios, el problema, a más de las ventas ambulantes, es el consumo de licor.
Gladys Torres, dirigente del barrio El Panecillo, indica que hay jóvenes que beben alcohol en el mismo vaso y en pleno toque de queda.
“También alertamos a las autoridades que en uno de los sectores una familia fue afectada por el coronavirus, para que el Municipio tome acciones y la ayude”.
Gladys Ordóñez es presidenta del Comité Central del barrio La Magdalena. De forma independiente ella coordina la entrega de alimentos a los vecinos que más necesitan.
“Tenemos un grupo de gente que nos alerta sobre quienes tienen hambre. También nos informan si contrajeron coronavirus para luego buscar ayuda en centros asistenciales”.
Pero Dinna Barcia, presidenta de la Federación de Barrios, dice que hay zonas a las que aún no llega la ayuda del Gobierno ni del Municipio. “Ocurre principalmente en los barrios de las zonas altas de Quito”.
El Patronato San José indica que la entrega de kits de alimentos se hace con la ayuda de dirigentes barriales. Según Gabriel Mosquera, jefe de la Unidad de Proyectos y Servicios, se han distribuido 410 000 en diferentes sectores desde el 24 de marzo hasta ayer.
“Se trabaja a la brevedad posible para atender la demanda en la mayoría de sitios”. Luis Valverde, líder de San Roque en la Asamblea de Quito, cuenta que realizó un listado para atender a quienes necesitan la comida.
“Trabajamos con la Casa Somos de San Diego. Si no hay la dirigencia barrial, las ayudas no llegan a la gente que realmente necesita”
Fuente: El Comercio – Nota Original : LINK