A pesar de la hora (alrededor de las 2:00 a.m.), el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y la primera dama, Melania Trump, llegaron a la Base Conjunta Andrews, en Maryland, EE. UU., para recibir a los tres ciudadanos estadounidenses que eran prisioneros políticos en Corea del Norte.
Kim Dong-chul (64 años), Kim Sang-duk (58) y Kim Hak-song (ronda los 60), todos de origen surcoreano y nacionalizados posteriormente estadounidenses, salieron sonrientes y alzando los brazos del avión en el que también regresó el secretario de Estado, Mike Pompeo.
Acto seguido, Trump se dirigió a los periodistas en la pista de aterrizaje para dar las gracias a Kim Jong-un por la liberación de los presos. «Creo que esto será un gran éxito. Nunca hemos llegado tan lejos, no ha habido una relación como esta», dijo el mandatario durante esta liberación interpretada por como un gesto de buena voluntad en vísperas de la histórica reunión que mantendrá con Kim Jong-un en los próximos días.
«Realmente creo que (Kim Jong-un) quiere hacer algo y traer a su país al mundo real», añadió el presidente, que todavía no quiso revelar el lugar ni la fecha de la cumbre con el líder norcoreano, aunque varios medios apuntan a que finalmente se celebrará en Singapur.
Uno de los liberados, Kim Dong-chul, quie estaba condenado a diez años de cárcel por espionaje, dijo que estar en EE.UU. «es como un sueño» y aseguró que había realizado trabajos forzosos, pero también que había recibido tratamiento médico.
Una vez hablaron con la prensa y fueron fotografiados, los liberados fueron trasladados al Centro Médico Militar Nacional Walter Reed, también cercano a Washington.