En el cantón manabita se identificaron casi 14 sitios en los que hay personas agrupadas sin controles, las cuales no quieren trasladarse a lugares más seguros.

Leida Macías terminó ayer de lavar la ropa en un día bastante soleado en la ciudad. Se sienta y, concentrada, mira al frente cientos de carpas que están en la cancha principal del colegio Manta. Este es uno de los dos albergues oficiales levantados en el cantón, que acoge a personas damnificadas por el terremoto del pasado 16 de abril que causó graves daños, principalmente en Manabí y Esmeraldas. Por el momento, Leida ha dejado de lado su trabajo de limpiar casas, debido a que no hay demanda. Desde este lugar ve pasar los días y afirma que quiere regresar a su casa, pero no puede. Con las mujeres que son parte de las 24 familias que están alojadas en el albergue se distribuyen oficios, como la cocina. Aquí todos están de pie a las 06:00.

A las 07:30 ya desayunan y lo hacen en orden. Por ello han dado números a las 110 carpas que fueron armadas desde el sábado. Esto se mantiene en el almuerzo y la merienda. A las 20:00 ya todos están listos para dormir. A Paula López le tocó el turno ayer de cocinar los alimentos y servir junto con otra compañera. Las provisiones que llegan bajo donación están en una bodega que son las que utilizan para repartir.

Ella ya tiene nueve días en el refugio. Asegura que todo está bien organizado. Ayer el espacio donde preparan los alimentos fue inspeccionado por personal del Ministerio de Salud Pública, para que cumplan buenas prácticas de cocción de los alimentos. En los ratos libres, los jóvenes y niños se entretienen con juegos. Hasta el lugar llegan personajes con presentaciones como lo hizo la ‘Caravana artística por la vida’, programa de la fundación La Trichera, Ceibadanza, Foto Club Manta, de la carrera de Cultura Estética de la Uleam, Proyecto Nereida, Aru y Artistas Independientes, quienes distraen a las personas que están albergadas.

Otro de los sitios de refugio es el del colegio Emilio Bowen. Allí hay 40 familias permanentes albergadas. Una de ellas es la de Rolando Chávez, del sector Forestal, quien perdió todo. Incluso el lugar donde laboraba como ebanista. Fabricio Díaz, coordinador distrital del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), explica que se ha propuesto a familias que se encuentran en otras unidades educativas y en espacios como parques para que se trasladen a estos dos albergues. “El lugar no solo es una infraestructura, es un espacio social que garantiza los derechos de las familias que se encuentran en este espacio. Hemos coordinado con Salud, Educación, CNEL y EPAM los servicios y han respondido de manera inmediata”.

La Policía también da seguridad permanente en esos puntos. Indica que en el tema de entrega de víveres por iniciativa de la ciudadanía trabajan para evitar la formación de un cordón de mendicidad. “Activamos un equipo con 14 personas para que dialoguen con las familias, cuyas condiciones de viviendas están bien, pero se aprovechan de la sensibilidad de la ciudadanía. Algunos usan a un adulto mayor o un niño para pedir caridad, lo que da la impresión de que no se los está atendiendo, pero esa no es la realidad”.

El alcalde de Manta, Jorge Zambrano, menciona que si hay falta de alimentos en un sector, el representante del barrio debe llevar el requerimiento a la mesa de distribución de alimentos en el COE, para que luego lleguen las raciones a los lugares solicitados. Ayer, los militares trasladaron víveres a sectores como Las Vegas de Santa Clara, en la parroquia Eloy Alfaro, y con una lista dada por una líder repartieron las raciones a la comunidad. “Es la primera donación que ha llegado a nuestro sector”, señaló Alexandra Baque, afectada por el terremoto.