Políticos, artistas, sindicalistas, campesinos, defensores de derechos humanos, celebraron con mensajes de apoyo y esperanza el acuerdo entre el Gobierno colombiano y las FARC-EP para garantizar el fin del largo conflicto.

Andes

Divulgado el pasado jueves en Cuba, el anuncio fue presenciado por el secretario general de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, y presidentes latinoamericanos, quienes acompañaron a su homólogo Juan Manuel Santos en la histórica jornada, hecho el cual demostró la simpatía de que goza el proceso de paz en el ámbito internacional.

Si bien el consenso no significa el término inmediato de la confrontación con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), define los términos y la hoja de ruta para conseguir ese propósito, al precisar pasos claves como el cese el fuego bilateral, la dejación de las armas de esos guerrilleros, así como los mecanismos para su verificación.

Además de contemplar las características de ambos procedimientos, el texto divulgado en La Habana explica las reglas del juego bajo las cuales funcionarán las denominadas zonas transitorias (23) y los campamentos (ocho de menor tamaño que las primeras), donde serán ubicados los insurgentes para facilitar las dos fases mencionadas, así como su monitoreo.

Según el Alto Comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo, dichos escenarios servirán adicionalmente como sitios para preparar a los futuros desmovilizados con vistas a su reincorporación a la vida civil.

El pacto aplaudido por personalidades como el papa Francisco, gobernantes y otras figuras de influencia mundial, ratifica que tanto el silenciamiento de los fusiles como la dejación de armas serán inspeccionados mediante un mecanismo tripartito, integrado por voceros del Ejecutivo y de las FARC-EP, junto a una comisión política de la ONU.

Dicha delegación coordinada por el organismo multilateral, quedará conformada con observadores latinoamericanos y caribeños.

El cese el fuego bilateral entrará en vigor tras la firma del llamado Acuerdo Final, con el que concluirán las conversaciones entre ambos equipos iniciadas desde 2012 en Cuba, en tanto el desarme deberá finalizar 180 días después de esa fecha y transcurrirá de manera escalonada (en tres etapas).

En declaraciones a la prensa el jefe de los portavoces del Gobierno en tales pláticas, Humberto de la Calle, reiteró la víspera que esas fases tendrán una rigurosa supervisión.

El abogado y exvicepresidente destacó asimismo la decisión de ese grupo rebelde de acatar el fallo de la Corte Constitucional en torno al método de refrendación mediante el cual el pueblo validará todo lo consensuado.

Es un acontecimiento realmente significativo que una guerrilla todavía en armas esté dispuesta a aceptar la sentencia de una instancia judicial colombiana, enfatizó.

La fórmula para autentificar por la vía popular el conjunto de convenios fue durante mucho tiempo uno de los nudos gordianos de las reuniones en las que los negociadores conciliaron posiciones sobre los temas de reforma rural integral, participación política, combate contra el tráfico ilícito de drogas y víctimas.

Resta ahora perfilar asuntos pendientes en la agenda como la metodología para la conformación del tribunal especial, el cual aplicará la justicia transicional en el período posbélico.

La Jurisdicción Especial para la Paz, incluida en el acápite de Víctimas, prevé la creación de salas y tribunales encargados de investigar, juzgar y sancionar a responsables de la conflagración, con las premisas de cero impunidad frente a crímenes de lesa humanidad, pero sí beneficios como indultos y amnistías en casos de delitos políticos y conexos.

A juzgar por sus avances los diálogos podrían terminar satisfactoriamente en un plazo corto, aunque inmediatamente después el proceso enfrentará en las urnas otra prueba de fuego al ser sometido a la opinión de la ciudadanía.

Posteriormente vendrá el desafío de la implementación en un escenario contaminado por bandas criminales y estructuras llamadas por el Estado sucesoras del paramilitarismo, a las que responsabilizan aquí con agresiones y asesinatos contra líderes campesinos, indígenas, activistas de la izquierda y simpatizantes de los encuentros con las FARC-EP.

Otro de los pasos pendientes en busca de un ambiente de distensión duradero es el inicio de citas oficiales con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), involucrado en la guerra interna.

Las tareas de la paz están sobre la mesa, es hora de trabajar por la defensa del proceso, su refrendación y la aplicación de los acuerdos, comentaron a Prensa Latina varios políticos colombianos.

Esta vez la celebración a raíz de la ceremonia en Cuba fue por todo lo alto, al punto que opacó desde el punto de vista mediático las persistentes críticas de la extrema derecha, encabezada por el expresidente Álvaro Uribe.

Se trata de un suceso histórico, que contribuirá a finalizar una parte del prolongado conflicto colombiano, subrayó el senador Iván Cepeda.

Muy cercana a los diálogos, la excongresista Piedad Córdoba calificó el pacto como una victoria casi poética frente a una conflagración de más de medio siglo, que ha dejado unos 300 mil muertos, casi siete millones de desplazados y al menos 45 mil desaparecidos.