Luis Verdesoto, en Notimundo Estelar con Freddy Paredes y María del Carmen Alvarez, aseguró que estos 10 años de la denominada “Revolución Ciudadana” es una década desperdiciada. Para Verdesoto, durante los últimos 10 años se ha observado una transgresión de la democracia y un derecho económico, nunca antes visto. “Los elementos de ventaja están involucrados en un modelo que no ha logrado un despegue de producción ni avance de los ciudadanos como esperábamos”, afirmó.
Ante el cuestionamiento de si los electores se equivocaron en elegir a Rafael Correa como Presidente, Verdesoto afirmó que no cabe la palabra “equivocación” sino que hay que analizar con base en qué se ha construido esa decisión política, que a su criterio ha sido al desarme de sus principales instrumentos de expresión y la perdida de instrumentos de control sobre la gestión del Estado.
Lo vivido en Ecuador, según Verdesoto, se lo ha replicado en otros países de la región como Venezuela, Nicaragua, en donde, dijo, se cree que el Gobierno es el único órgano rector de un país y en donde se concentran los poderes del Estado.
En temas económicos, Luis Verdesoto afirmó que de 2002 a 2006 hubo una mayor reducción de pobreza que desde 2006 hasta 2016, época en la cual ya asumió la Presidencia el movimiento político Alianza País.
Según el analista político, está mal llamada la “década ganada” porque hay varias provincias como Cotopaxi o Chimborazo en donde no se observa un crecimiento de producción ni de sustentabilidad. “Esta década en Chimborazo no visualiza una satisfacción de pobreza cero. Una década ha sido que los indígenas de esta provincia no han podido consumir nada, superior a lo que consumían antes de los 10 años”, comentó.
Los derechos ganados, según Verdesoto, han sido a cambio de la eliminación de otros derechos colectivos que han sido sacrificados. “Hay un intercambio negativo para la democracia. No podemos acostumbrarnos a una democracia dura a cambio de un poco de pan”, expresó.
Finalmente, Verdesoto dijo que la herencia de este Gobierno es una dolarización endeble, una producción débil y una dependencia de la política social del excedente público y no de la capacidad de la sociedad para generar los beneficios que se requieren.