«Que en este Año de la Misericordia, toda familia cristiana sea un lugar privilegiado en el que se experimenta la alegría del perdón. El perdón es la esencia del amor, que sabe comprender el error y poner remedio», afirmó el papa Francisco.
Jorge Bergoglio ofició esta misa, que se celebró en la basílica de San Pedro del Vaticano y que estuvo dedicada a las familias, dentro de los actos organizados por el Jubileo Extraordinario de la Misericordia, que comenzó el 8 de diciembre y que concluirá el 20 de noviembre de 2016.
Ante familias peregrinas, venidas de todas partes del mundo, el papa Francisco pronunció una homilía centrada en el papel que desempeñan los padres creyentes en la educación de sus hijos y subrayó que «la vida de las familias está compuesta de pequeños y grandes momentos de peregrinación».
Pidió no perder «la confianza en la familia» y señaló que «donde hay amor, allí hay también comprensión y perdón».
Para Francisco, es esencial que los padres muestren «pequeños gestos» a diario con sus hijos que les enseñen a crecer como cristianos, y citó dos ejemplos: bendecir a los hijos al comienzo y al final de la jornada, y orar con ellos antes de las comidas.
«Qué importante es para nuestras familias caminar juntos para alcanzar una misma meta. Sabemos que tenemos un itinerario común que recorrer; un camino donde nos encontramos con dificultades, pero también con momentos de alegría y de consuelo», sostuvo Bergoglio.
«¿Qué puede ser más bello para un padre y una madre que bendecir a sus hijos al comienzo de la jornada y cuando concluye?. Hacer en su frente la señal de la cruz como el día del Bautismo. (…) Bendecirlos, es decir, encomendarles al Señor, para que sea él su protección y su apoyo en los distintos momentos del día», añadió.
En su homilía, el papa también dio importancia a «encontrarse en un breve momento de oración antes de comer juntos, para dar las gracias al Señor por estos dones, y para aprender a compartir» lo recibido «con quien más lo necesita».
«Son pequeños gestos que, sin embargo, expresan el gran papel formativo que la familia desempeña», apuntó.
La misa comenzó aproximadamente a las 10:00 horas (09:00 GMT) y duró cerca de una hora y media.
Las miles de familias que viajaron hasta el Vaticano para participar en esta festividad pudieron además cruzar la Puerta Santa vaticana para obtener la indulgencia de sus pecados.
Pero no fueron las únicas, pues este domingo de la Sagrada Familia se celebró de forma paralela en todo el mundo para permitir a todas las familias creyentes cruzar las puertas santas de sus diócesis.
Tal y como explicó recientemente el presidente del Pontificio Consejo para las Familias, Vincenzo Paglia, era una manera de invitar a las familias a cruzar las puertas santas de las distintas catedrales del mundo para que después pudieran abrir también las puertas de sus casas a los pobres y necesitados.
Tras la celebración, los asistentes salieron de la basílica hacia la plaza de San Pedro para rezar el Ángelus, lo que el papa realizó desde la ventana del palacio apostólico.
Antes del Ángelus, el papa Francisco recordó su viaje a Filadelfia (EEUU) y su participación en el Encuentro Mundial de las Familias el pasado septiembre.
Y destacó que «es en las familias unidas donde los niños maduran su existencia, viviendo la experiencia significativa y eficaz del amor gratuito, de la ternura, del respeto mutuo, de la comprensión mutua, del perdón y de la alegría».