El acceso al centro de monitoreo de la Armada es restringido. Es necesario pasar cuatro filtros de seguridad para llegar a los marinos que monitorean el océano Pacífico a través de equipos satelitales.
Las entradas son vigiladas por personal armado y por un circuito cerrado de cámaras de video. En las puertas existen identificadores de huellas dactilares para admitir el ingreso.
El jueves, Diario El Comercio llegó al lugar, ubicado en un barrio del sur guayaquileño. El comandante de la Marina, Darwin Jarrín,estuvo en la sala de vigilancia, junto a 13 analistas marítimos.
Vestidos con uniformes blancos y caqui de la Naval, los técnicos son considerados “hombres de confianza”. Son marinos con años de experiencia y están entrenados en técnicas de Inteligencia y vigilancia.
Sus identidades están bajo reserva y cada cierto tiempo son sometidos al polígrafo. El personal asegura que estas medidas se vuelven necesarias por el manejo de la información sensible.
El centro de monitoreo está instalado en una pequeña sala con tres monitores. Esas pantallas están encendidas las 24 horas del día. Desde enero, por allí se vigila a la flota pesquera china.
Los especialistas saben que a través de los monitores, que están conectados con los satélites, pueden tener acceso en tiempo real a cada embarcación asiática.
De esta forma, hasta el jueves, la Armada tenía un registro de 525 buques chinos que se hallan cerca al límite marítimo del Ecuador.
El control muestra que las señales de al menos 100 buques extranjeros han desaparecido momentáneamente. Para los marinos, esto podría responder a que los extranjeros apagan sus equipos para tratar de ingresar a Ecuador.
Pero el comandante de Operaciones Navales, Daniel Ginez, dice que esto no se ha podido comprobar. Por eso, desde junio pasado un buque ecuatoriano permanece frente a la flota extranjera y vigila que no ingrese a aguas ecuatorianas.
El comandante Ginez dice que todos los días se envían aviones de exploración aeromarítimos para que rastreen las ubicaciones de los buques.
En la pantalla aparece una serie de puntos verdes y azules que representan a la flota extranjera. Los patrullajes aéreos también se hacen con helicópteros que están sobre las corbetas navales.
Equipos de guardacostas reciben información o alertas para que apoyen durante los controles. Desde la sala de monitoreo se levantan los informes sobre el comportamiento de la flota.
“Desde aquí podemos verles desde que salen de China”, explica el comandante Jarrín. Luego, otro oficial muestra en una pantalla datos de enero.
En ese mes, los marinos pudieron ver por primera vez a los barcos. Desde entonces, durante siete meses han recorrido frente a las costas de Ecuador, Perú y Chile.
Las Armadas de todos los países han vigilado a los chinos. En Ecuador, los marinos incluso han hecho advertencias a través de radio. Los técnicos de la Armada se comunican con los extranjeros en inglés y les piden los datos de sus embarcaciones. Así constatan los registros de matrícula y bandera y si las actividades a las que se dedican están autorizadas.
Los militares aseguran que cuando se comunican con ellos por lo general responden. Por eso, las disposiciones que tiene el personal es detener a los buques que invadan territorio nacional.
Esas órdenes están vigentes desde el 2017, cuando por primera vez la flota pesquera empezó a recorrer el límite de Galápagos. En ese año se detuvo a un barco con 300 toneladas de especies marítimas.
Ahora es parte de la Armada y es usada para el control marítimo. Inteligencia de la Armada detalla que en la flota no solamente hay barcos pesqueros.
Los chinos tienen un “fuerte contingente” de naves que los abastecen de combustibles, para poder permanecer hasta septiembre de este año.
Después retornan a su nación. Las indagaciones además determinaron que la logística también les permite abastecerse de alimentos para miles de personas que permanecen en alta mar hasta por nueve meses en actividad pesquera.
La Fuerza Naval señala que los extranjeros incluso han logrado montar plantas para congelar y embodegar el producto que logran recoger. En la Marina se sabe que son unos “verdaderos complejos”.
Fuente: El Comercio – Nota Original : LINK