Castillo, un maestro de escuela rural, promueve un activo papel del Estado en la economía, mientras la hija del encarcelado expresidente Alberto Fujimori (1990-2000) aboga por mantener el actual modelo liberal.
Las promesas de ambos candidatos, virtualmente empatados en los sondeos, implican un aumento del gasto público en un país elogiado por el equilibrio de sus cuentas nacionales, pero al que se le reprocha la falta de inversión social.
“Los resultados de las últimas encuestas hablan de un aparente empate técnico, lo que hace que este domingo la expectativa sea mayor… hay mucha incertidumbre con lo que va a suceder”, dice Rodrigo Cruz, periodista de El Comercio de Perú y agrega que hay gran probabilidad de que esta elección sea similar a la del 2016, en la que Pedro Pablo Kuczynski le ganó a Fujimori por apenas 40.000 votos.
Cruz comenta que la preferencia que hay por Castillo se debe en gran parte al rechazo que existe en Perú a la candidatura de Fujimori, pero añade que la candidata ha ido subiendo en las encuestas también gracias al rechazo a Castillo por estar relacionado con el comunismo y el chavismo. Situación que compara con lo que sucedió en Ecuador en la elección del 11 de abril, en la que el actual presidente Guillermo Lasso se enfrentó al candidato del correísmo Andrés Arauz.
José Francisco Durand Arp Nissen, analista y docente de la Pontificia Universidad Católica del Perú, coincide con Cruz y dice que este complejo panorama que han arrojado los sondeos, se debe al grupo de votantes que, pese a no estar a favor de ningún candidato, logró ser conquistado por el argumento de “que aunque no te gusta Keiko tienes que votar por ella porque si no, el país va camino al comunismo o va a ser como Venezuela… esos temores han pesado más principalmente en la clase media y media baja de las zonas urbanas”, comenta.
“La sensación que deja esta elección es la de tirar una moneda al aire y saber que cualquier lado puede ganar… es una elección muy polarizada… las provincias y el campo están a favor de Castillo, sobre todo el sur del país, que es un bloque fuertísimo, mientras que las ciudades como Lima hay mayor apoyo a Fujimori, es una elección más de pasiones y sentimientos que de ideas y propuestas”, apunta el catedrático y añade que no descarta que la elección se gane voto a voto.
Sobre la candidata del partido fujimorista Fuerza Popular pesa una acusación de más de 30 años de prisión por presunto lavado de dinero en el caso de la constructora brasileña Odebrecht con la que deberá lidiar en caso de salir victoriosa al igual que con la crispación social que puede generar un posible indulto para su padre. Mientras que sobre Castillo pesa la influencia que pueda tener el secretario general de su partido, Perú Libre, y exgobernador de Junín, Vladimir Cerrón, en un eventual gobierno suyo, ya que sus propuestas están establecidas en su plan de gobierno.