Miles de personas han salido a las calles de las principales ciudades chinas para manifestar su rechazo a las duras medidas impuestas por el gobierno para contener el avance de casos de Covid-19, algunos incluso llegando a criticar abiertamente al gobierno de Xi Jinping y al Partido Comunista que enfrentan, según analistas, el mayor desafío a la autoridad desde las protestas de la plaza Tiananmen en 1989.
Según cifras de la Organización Mundial de la Salud, desde el inicio de la pandemia se han registrado en China unos 9,6 millones de casos confirmados de la enfermedad y unas 30.000 muertes asociadas a la misma.
El problema radica en que la estrategia de Pekín ha logrado detener la enfermedad solo por la aplicación de medidas como mantener cerradas las fronteras del país, al tiempo que en su interior se aplican confinamientos drásticos que han afectado a ciudades enteras de millones de habitantes durante semanas.
Tras las protestas, el gobierno chino ha dado señales de flexibilizar su política de covid cero: las autoridades levantaron el jueves los confinamientos en decenas de distritos de Shanghái y Cantón, ambas ciudades con un aumento de casos de covid, y relajaron otras restricciones en Pekín.
Los drásticos confinamientos han afectado gravemente la vida diaria en China y el desempeño económico del país. Los organismos internacionales proyectan para su economía un crecimiento del PIB de 2,8% este año, mucho menos que el 5,5% esperado por el gobierno de Xi Jinping.
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