Se escucha música cristiana, oraciones en voz alta y algunos aplausos. Es la forma en que los habitantes de este populoso sector despiden a las personas que han fallecido -por covid-19 o por sospecha-, en especial a los ocho vecinos que han perdido en menos de una semana.
El Carmen se ubica junto a Cerro Santa Ana, en plena zona turística del Puerto Principal. Juliana Rosi, una de las moradoras, cuenta que han sido días difíciles, pues han visto a las familias de las víctimas convivir con los cadáveres hasta por cinco días. Las demoras en los procesos de levantamiento de los cuerpos persisten y han hecho que los deudos los envuelvan en sábanas y los saquen a las calles o junto a los basureros.
“Nos parte el corazón no poder despedirnos de nuestros vecinos. Solo vemos desde las puertas cómo los cuerpos bajan por las escalinatas”. Toda la zona del cerro se conecta con escalones hacia callejones.
Una situación similar se vive en el Cerro Santa Ana. Allí los moradores dicen que el covid-19 les arrebató la vida a unos 10 vecinos. Entre ellos, una mujer de 70 años, que falleció el martes en la mañana. Ese mismo día, pero en horas de la tarde, su hijo de 40 años también perdió la vida.
Por eso, ahora piden a las autoridades que fumiguen las calles del sector para evitar que más vecinos mueran. Otro de los pedidos es que se ayude a las familias para sepultar a sus muertos. Esta última petición la hacen porque el calvario de los deudos no termina con el levantamiento de cadáveres.
Eso se evidencia en los exteriores de los hospitales donde el Gobierno instaló morgues provisionales. Ahí se guardan los cuerpos que se recogen en la ciudad, a más de los que fallecen en la casa de salud.
Uno de estos centros está en el Guasmo. Allí, decenas de personas piden a gritos que les entreguen a sus difuntos. Willy Maldonado es parte de ese grupo. Desde hace nueve días permanece en el lugar a la espera de recuperar el cuerpo de su madre. “Solo me dicen que no la encuentran. Hay muchos cadáveres almacenados en contenedores y bodegas”, dijo. Además, comparte unos videos de cuerpos apilados en bolsas negras, en esas bodegas móviles. “Así tienen a nuestros familiares, ¿dónde está el trato digno que dice el Gobierno?”.
Esas mismas grabaciones fueron presentadas este viernes 3 de abril del 2020 a la ministra de Gobierno, María Paula Romo, en una entrevista con Ecuavisa. La funcionaria no negó la veracidad de las imágenes. Señaló que como país “estamos enfrentando una realidad muy dura y que ha sobrepasado la capacidad no solo del Gobierno de Ecuador, sino de los gobiernos del mundo para responder a una cantidad de personas contagiadas, enfermas o fallecidas”.
El drama de las familias de los fallecidos y las demoras para sepultar a las víctimas han generado conmoción a escala global. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) señaló que “observa con profunda consternación las dificultades reportadas en Guayaquil para trasladar, cremar y sepultar los cuerpos de las personas que han muerto durante la pandemia”.
El organismo agregó que “toma nota del acuerdo interministerial que establece el protocolo para manejo de cadáveres en Ecuador”. Recuerda a los Estados que el cuidado de restos mortales “es una forma de observancia del derecho a la dignidad humana”.
Hasta ayer (viernes 3 de abril) las cifras oficiales indicaban que en Guayaquil ya había 1 638 casos positivos de covid-19 y 102 fallecidos. En el país ya sumaban 3 368 contagios y 145 muertos. Pero esas estadísticas solo serían “una parte de la realidad”, según Romo.
El jueves pasado, el presidente Lenín Moreno dijo que solo en Guayaquil, policías y militares han levantado hasta 150 cuerpos por día, durante la crisis sanitaria, y pidió transparencia en la información.
Para las familias de los fallecidos, las estadísticas y los anuncios del Gobierno no son importantes. Lo único que quieren es poder enterrar a sus familiares. Por ejemplo, eso pedía ayer una mujer de la cooperativa Unión de Belén, en el norte de Guayaquil. La familia improvisó con sábanas y un colchón un espacio en el jardín para tener el cadáver de su suegro. “Tenemos dos niñas con discapacidad, una mujer embarazada y otra de la tercera edad. Ayúdenos, Ayúdenos”, repetía mientras lloraba.
Eso es lo que piden las familias en los cementerios donde también reclaman una bóveda o un féretro. Eso le ocurrió a la familia de Mauricio Morales. Él sepultó a su suegro el miércoles pasado, pese a que falleció el 26 de marzo. “Nos dijeron que no había cofres mortuorios. Al final lo pusieron en una funda y lo metieron a la bóveda”, contó ayer a este Diario.
Este caso se registró en el cementerio Parques de la Paz, donde el Gobierno ha habilitado espacios unipersonales para entierros de forma gratuita. Ayer, el comunicador del camposanto respondió que no conocía esta información y que revisaría estos hechos.
Por su parte, el Gobierno ya inició los entierros de personas con pocos recursos. 180 militares son destinados a estas labores. Ellos les dan el último adiós, con presencia de tres familiares. Las tareas se intensifican, pero el esfuerzo no alcanza para mitigar los largos retrasos y los procesos.
Fuente: El Comercio – Nota Original: aquí