El general Édison Narváez Rosero presentó al presidente Lenín Moreno su disponibilidad al cargo de comandante general del Ejército, presionado por el escándalo de espionaje entre mandos de la cúpula militar.

El Telégrafo

Su dimisión a las funciones que desempeñaba desde marzo del 2017 obliga a un cambio de mando en el Ejército, sobre el que descansa la mayor responsabilidad del control de la frontera norte, en el que tiene a 7.000 efectivos distribuidos entre las provincias de Esmeraldas, Carchi y Sucumbíos, entre ellos las Fuerzas Especiales.

El nuevo comandante será escogido por el primer mandatario de la terna que le presente el ministro de Defensa, general (r) Oswaldo Jarrín, que estará integrada por los siguientes generales en antigüedad: Roque Moreira, Roberto Rubio, de División y Jaime Castillo Arias, de Brigada.

Narváez, quien ayer no quiso indicar las razones de su salida, había pedido el mes pasado al entonces ministro de Defensa, Patricio Pazmiño, que le diera tiempo para demostrar que era inocente de las acusaciones de espionaje contra el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, teniente general César Merizalde.

Según conoció este Diario, Inteligencia militar está investigando las actividades irregulares que se hacían desde una oficina en Quito, lo que provocó un escándalo de proporciones en las filas castrenses en momentos en que ocurrían los ataques narcoterroristas, el secuestro y posterior asesinato de tres miembros de un equipo periodístico del diario El Comercio, de los que aún no han sido recuperados, y el plagio de un pareja de novios, de los que no hay noticias.

Con la designación de Jarrín como ministro de Defensa, Nárvaez se vio obligado a renunciar a sus funciones y con ello poner fin a una carrera militar de 36 años, en la que desempeñó, entre otros cargos, el de director de comunicación del Ministerio de Defensa y del Comando Conjunto, comandante de la Cuarta División del Ejército “Amazonas” y subsecretario de Defensa.

Después del jefe del Comando Conjunto, Narváez es el oficial con la segunda antigüedad en las Fuerzas Armadas y, por tanto, era el cabeza de terna de la que se escogería al jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas que debía registrarse en diciembre próximo, cuando César Merizalde cumple dos años en funciones y por ley debe irse de las Fuerzas Armadas.

La dimisión de Narváez hizo circular temores de más cambios en la cúpula castrense, en momentos en que el ministro Oswaldo Jarrín está mirando con lupa sus actuaciones, más que nada las relacionadas con la toma de decisiones para el resguardo de la frontera norte, en la que se han pedido cambios urgentes en la forma de operar y de hacer Inteligencia.

Los rumores de que un grupo de agentes del Ejército trabajaba en una oficina secreta, escrutando en la vida de un general de la Fuerza Aérea, comenzaron a circular en las Fuerzas Armadas entre marzo y abril, hasta que se integró un equipo de Inteligencia militar para investigarlo.