En el que pudo haber sido el último acto público de su mandato, Rousseff animó a las miles de asistentes a una conferencia sobre políticas para las mujeres a «luchar», porque Brasil «también está cansado de los desleales, los traidores y los golpistas».
La respuesta del auditorio fue inmediata, con un coro que gritó «no habrá golpe, habrá lucha», una frase que se ha convertido en un himno en todas las manifestaciones de apoyo a la mandataria.
Rousseff volvió a negar que las maniobras fiscales irregulares que se le atribuyen constituyan un «crimen de responsabilidad», que es como la Constitución define las causas para la destitución de un mandatario, y reiteró su tesis de que la democracia brasileña está en riesgo.
«Es un momento muy importante y decisivo para la democracia brasileña» y también para «la historia de este país, que dirá cuánto de violencia contra la mujer y de prejuicio ha habido en todo este proceso ilegal», afirmó.
Según Rousseff, «uno de los componentes de este proceso ha tenido siempre base en el hecho de que sea la primera presidenta electa por el voto popular» en el país, pero «sepan que una parte de mi capacidad de resistir viene del hecho de ser mujer», añadió.
La mandataria, que si se aprueba la instauración del juicio en su contra sería suspendida del ejercicio del cargo durante los 180 días que puede durar el proceso, reiteró que una renuncia no está en sus planes, porque mientras se mantenga «de pie, con la cabeza erguida, quedará claro que han cometido una enorme injusticia».
Rousseff también volvió a tildar de «conspirador» y «golpista» al vicepresidente, Michel Temer, que la deberá sustituir mientras dure el eventual juicio político y completaría su mandato en caso de que se consume la destitución.
Asimismo, insistió en que Temer y «los golpistas ya han dicho que van a privatizar todo», pero advirtió que ni ella «ni el pueblo lo van a permitir», ya que se mantendrán en «pie de lucha» en defensa de las «conquistas sociales» obtenidas en los últimos años.
«Lo que hemos logrado es sólo el comienzo. Tenemos mucho para conquistar todavía» y «no se permitirá ningún retroceso», declaró.
En las que pueden haber sido sus últimas palabras públicas en su mandato, Rousseff reiteró: «Me siendo víctima de una injusticia, pero soy el tipo de víctima luchadora, que no desiste, víctima con conciencia, con capacidad de lucha».