Su primer movimiento fue conceder «créditos extraordinarios» para seis ministerios, entre los que están los de Agricultura y Ciencia y Tecnología, controlados por el PMDB y cuyos titulares, Katia Abreu y Celso Pansera, dieron a entender que pudieran no acatar la decisión del partido, que implica entregar los cargos antes del 12 de abril.
El PMDB ocupa también las carteras de Minas y Energía, Salud, Puertos y Aviación Civil, pero en esos casos los ministros se han mostrado más dispuestos a renunciar en los próximos días.
Esa formación, la mayor fuerza política del país y liderada por el vicepresidente, Michel Temer, anunció este martes su salida del Gobierno, lo que fue interpretado como un claro apoyo a un eventual juicio político contra la mandataria, que depende del análisis de una comisión parlamentaria.
Fuentes del PMDB que pidieron anonimato dijeron a Efe que la mandataria ha optado por «jugar al divide y vencerás» y admitieron que puede llegar a retener a algún ministro de esa formación, aunque aclararon que el partido «está unido».
En el caso de Abreu, indicaron que ni siquiera fue propuesta como ministra por el PMDB, al que se afilió a fines de 2013, sino que fue escogida por Rousseff, con quien tiene una firme amistad, al punto de que fue su madrina de bodas.
De todos modos, el Gobierno ya admitió que la salida del PMDB impondrá una profunda reforma de su gabinete.
Para cubrir las vacantes que dejará el PMDB, el Gobierno comenzó a negociar hoy con otras formaciones y especialmente con el Partido Progresista (PP), que representa la tercera minoría en la Cámara de Diputados, con 51 de los 513 escaños.
De los 31 ministerios del Gobierno, el PP solo ocupa la cartera de Integración Nacional y siempre ha reclamado mayor participación en el gabinete, que podría obtener con la salida del PMDB.
Sin embargo, en el PP también existen corrientes que presionan por seguir al PMDB y abandonar el Gobierno, lo que fue discutido hoy durante una reunión de la dirección de ese partido.
«No hay una decisión. Hay parlamentarios en contra (de romper) y otros a favor», declaró tras esa reunión el jefe del grupo del PP en la Cámara Baja, Aguinaldo Ribeiro, quien dijo que el PP definirá el asunto el 12 de abril, el mismo día que se sabrá qué ministros del PMDB seguirán en el Gobierno.
Rousseff, por su parte, volvió a subir el tono y convirtió una ceremonia sobre planes de viviendas populares en un acto político, en el que recibió el respaldo de diversos movimientos sociales e insistió en que está en curso un «golpe» para derrocarla.
«Tenemos que estar atentos, porque quien no tiene razones para sacar a un Gobierno con base en la Constitución, quiere sacarlo para golpear los derechos conquistados por la población», aseguró.
Rousseff incluso planteó que si eso ocurre con una presidenta elegida democráticamente, «qué no harán contra el pueblo» aquellos que, en su opinión, «no aceptaron nunca» los programas sociales que han beneficiado a millones de brasileños en los últimos años.
A lo largo del acto, en el Palacio presidencial de Planalto, fue interrumpida una y otra vez al grito de «no habrá golpe», que se repite en cada manifestación en favor de la mandataria.
Los activistas también citaron en sus cánticos al vicepresidente Michel Temer, líder del PMDB y primero en la línea sucesoria en caso de una destitución de Rousseff.
«Temer golpista», se escuchó por momentos en el salón del palacio presidencial en el que se celebró el acto.
Aunque llegó a unirse al grito de «no habrá golpe», Rousseff mantuvo un discreto silencio cada vez que el coro citó a Temer, que pese a la decisión de su partido permanecerá en el cargo, pues fue elegido en la misma fórmula que la mandataria.
En diciembre pasado, en una carta en la que anticipó la ruptura, Temer afirmó que Rousseff siempre lo trató como un vicepresidente «decorativo».
Consumado el divorcio, esa figura parece más real, al punto de que el jefe de Gabinete del Gobierno, Jaques Wagner, declaró que desde el momento en que el PMDB optó por la ruptura, la relación con Temer «está bloqueada».