Cuando faltan apenas pocas semanas para el invierno, los ataques con misiles y drones rusos están afectando a centrales térmicas, subestaciones eléctricas, transformadores y oleoductos. El resultado: cortes continuos de energía, estaciones de bombeo de agua inhabilitadas y apagones generalizados de Internet.
“Este es un acto terrorista planeado con la ayuda de expertos en energía rusos competentes, que tiene como objetivo anular el sistema energético de Ucrania. Es decir, lograr un apagón completo en el país”, dijo el viernes Oleksandr Kharchenko, director ejecutivo del Centro de Investigación de Energía en Kyiv.
Surge una estrategia: mientras las fuerzas rusas sufrían pérdidas durante los meses de septiembre e incluso octubre, los expertos aparecían en los medios estatales instando a Ucrania a prepararse para un invierno oscuro y helado como venganza. Ahora se ve que ese era el objetivo.
Las bajas son relativamente pocas pero los daños son altísimos. La infraestructura de energía es un objetivo obvio y estático que es difícil de defender sin una extraordinaria variedad de defensas aéreas; algo que Ucrania ha estado pidiendo a sus aliados occidentales.
Maksym Timchenko, director ejecutivo de la empresa de energía DTEK, señaló en una entrevista reciente que Rusia ha sido muy selectiva en sus objetivos. Le dijo a Ekonomichna Pravda que los bombardeos no tenían como objetivo las capacidades instaladas sino los engranajes de distribución: interruptores y transformadores, o equipos de salida en plantas de energía térmica.
“Creo que los ingenieros eléctricos aconsejaron al ejército ruso y explicaron cómo causar el máximo daño al sistema de energía”, dijo.
Las autoridades ucranianas están luchando para mantenerse al día con una lista cada vez más larga de reparaciones urgentes, mientras hay algunas de las instalaciones que ya no será posible reparar.