El Gobierno ruso ultima su plan anticrisis para hacer frente a la recesión agravada por la caída de los precios del petróleo, mientras destacados economistas advirtieron hoy de que cualquier medida sin cambios estructurales está condenada al fracaso.

El primer ministro, Dmitri Medvédev, que se ha visto obligado a reajustar el presupuesto ante la constatación de que los ingresos serán inferiores a los previstos, dejó hoy sin precisar las medidas de su plan, aunque señaló que busca mejorar el clima de negocios y facilitar las inversiones.

«Estamos ante una auténtica desintegración del tejido económico. El plan anticrisis sólo intenta tapar agujeros» en lugar de afrontar los numerosos problemas estructurales que padece la economía, dijo el académico Serguéi Gláziev, consejero del presidente de Rusia, Vladímir Putin, en una mesa redonda con otros expertos.

El jefe del comité de Política Económica del Senado ruso, Serguéi Kaláshnikov, reconoció que en más de 25 años desde la desaparición de la Unión Soviética el país no se ha decantado por ningún modelo económico ni por objetivos concretos en torno a los cuáles podría estructurarse su crecimiento.

«Ni siquiera sabemos en qué ámbito productivo podemos competir» y ser mejores que otros países, lamentó Kaláshnikov.

Aunque Medvédev anunció que el documento prevé «medidas estructurales», garantizó que las obligaciones sociales del Gobierno -que para muchos economistas son una losa que hipoteca la economía-, serán una prioridad.

«Hay que revisar las prioridades del presupuesto. Entre otras cosas, se debe por fin reducir los gastos en defensa», respondió a Medvédev el director del Instituto de Análisis Estratégico FBK, Ígor Nikoláev.

Recordó que pese a todos los planes anticrisis y sucesivos paquetes de medidas para diversificar la economía, Rusia «sigue siendo un país exportador de materias primas, con muy pocas pymes y un presupuesto desequilibrado».

El carácter imprevisible de las reglas de juego que rigen la economía y la política rusas en los últimos años, cada vez más pendientes de la situación internacional, es la primera preocupación entre los empresarios rusos, agregó Nikoláev.

«Deberíamos, como poco, levantar las contrasanciones económicas adoptadas» contra Occidente, recalcó, «porque ejercen un efecto negativo en la inflación y en consecuencia en el consumo de los hogares».

A su vez, el analista del Centro de Análisis Macroeconómico, Dmitri Beloúsov, alertó de que por primera vez en muchos años ha caído en Rusia la venta minorista de los bienes de primera necesidad.

«Puede deberse al florecimiento del mercado negro o bien al creciente empobrecimiento de amplias capas de la sociedad», apuntó Beloúsov.

También recordó que la economía rusa ya mostraba síntomas de estancamiento meses antes de la crisis de Ucrania, que acabó en duras sanciones económicas para Moscú por la anexión de Crimea y su papel en el conflicto armado que se desató en el vecino país.

Por otro lado, Gláziev criticó el plan de privatizaciones propuesto por el Kremlin para superar los problemas de liquidez del Estado y argumentó que es mal negocio vender empresas públicas en la actual situación de recesión, volatilidad de la moneda nacional e incertidumbre generalizada.

«La situación del presupuesto es crítica. El reto es llevar a cabo operaciones (de privatización) transparentes y efectivas en un mercado extremadamente deprimido», reconoció hoy mismo el ministro de Economía ruso, Alexéi Uliukáev.

Los dirigentes de algunos de las empresas estatales más importantes de Rusia (entre ellas Aeroflot, Rosneft o VTB) participaron ayer en una reunión con Putin sobre la privatización de activos públicos, pero no trascendieron proyectos concretos sobre el plan del Kremlin para deshacerse de parte de sus acciones.

Para Gláziev, antiguo ministro de Relaciones Económicas Exteriores, la solución pasa por «imprimir dinero», esto es, aplicar la flexibilización cuantitativa puesta en práctica por las principales economías del mundo, entre ellas Estados Unidos, la Unión Europea y Japón.

Esta política monetaria, aseguró, permitirá inyectar crédito a bajo interés en el maltrecho tejido empresarial ruso, que en la actualidad apenas puede financiar inversiones debido al 11 % de tipo de interés básico establecido por el Banco Central de Rusia.

El Servicio Federal de Estadísticas (Rosstat) ruso confirmó hoy que la economía del país cayó un 3,7 % en 2015.

Las últimas previsiones gubernamentales para este año señalan que el PIB del país disminuirá en el 0,8 %, en consonancia con los cálculos del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, que pronostican un crecimiento negativo del 1 %.