Temer valoró esa «nueva relación» entre los poderes Ejecutivo y Legislativo en un acto en que asumió su cargo el nuevo ministro de Transparencia, el jurista Torquato Jardim, designado tras la renuncia de Fabiano Silveira en medio de un escándalo asociado a la investigación de las corruptelas en la estatal Petrobras.
El presidente interino no hizo ninguna alusión a esa renuncia, la segunda baja sufrida por su Gobierno en solo veinte días y por unas circunstancias similares.
El caso de Silveira fue casi idéntico al del ahora exministro de Planificación Romero Jucá y ambos dejaron sus cargos después de que la prensa local difundió unas grabaciones en las que manifestaban duras críticas a la investigación en la petrolera estatal.
Temer evitó ese tema, pidió un «aplauso» para el Congreso y dijo que en los veinte días que lleva en el poder ha tenido la «felicidad sin par de volver a ver a la Cámara de Diputados y al Senado trabajando activamente».
En clara referencia a las tensas relaciones que mantuvo con el Congreso la presidenta Dilma Rousseff, suspendida de su cargo para responder a un proceso de destitución, Temer reconoció que en los últimos tiempos «hubo una paralización (de las cámaras) por las más variadas circunstancias».
Temer reconoció que «cuando el Legislativo impide las propuestas del Ejecutivo es difícil gobernar», pero aseguró que ambos «ahora trabajarán juntos, cumpliendo el principio de la separación de los poderes, pero en armonía y en conjunto».
Esta madrugada, a pesar de los recortes del gasto anunciados por Temer, el Congreso aprobó un aumento salarial para varios segmentos de la administración pública, que supondrán un impacto de 58.000 millones de reales (unos 16.570 millones de dólares) en las arcas públicas.
Sin embargo, el Gobierno ha alegado que ese aumento salarial fue previsto en los nuevos presupuestos presentados al Congreso, ya aprobados y que elevan el cálculo de déficit fiscal para este año a 170.000 millones de reales (unos 48.571 millones de dólares).