La efectividad de una clase de anticoagulantes llamados orales no antagonistas de la vitamina K puede verse alterada de forma significativa mediante la interacción con otros medicamentos, revela un estudio.
En algunos casos, esas interacciones farmacológicas aumentan el riesgo de una persona de sangrado potencialmente letal en lugares como el cerebro y el tracto gastrointestinal. En otros casos, la efectividad se reduce, dejando a los pacientes sin parte de la protección a los ataques cardiacos.
«Los anticoagulantes por sí solos no plantean un riesgo significativo de sangrado, pero el uso conjunto con ciertos fármacos que comparten las mismas vías metabólicas podría provocar un mayor riesgo de una hemorragia importante», apuntaron las investigaciones.
Por otra parte, un segundo estudio encontró que los anticoagulantes pueden aumentar en gran medida el riesgo de una persona de encontrar orina en la sangre.
Como resultado, los pacientes podrían acabar de forma innecesaria en el hospital o en la sala de emergencias, o someterse a un procedimiento invasivo innecesario.
Los anticoagulantes se están usando con más frecuencia porque son más fáciles de utilizar y producen menos efectos secundarios.
El segundo estudio encontró que las personas son mucho más propensas a acudir al hospital por sangre en la orina si toman anticoagulantes.
Durante un periodo de seguimiento promedio de 7 años, las personas que tomaban anticoagulantes tenían entre 6 y 10 veces más probabilidades de acabar hospitalizadas o en emergencias con quejas de sangre en la orina, en comparación con las que no tomaban los fármacos.
Además, los investigadores encontraron que las tasas de detección de cáncer de vejiga eran el doble de altas en las personas que tomaban anticoagulantes que en la población general. Los medicamentos hicieron que el tumor produjera más sangre.
Los dos estudios se publicaron en la edición del 3 de octubre de la revista Journal of the American Medical Association.