Entre estos, el 42 %, que en volumen son 1.400 millones empleos, están en sectores muy dependientes del agua, como la pesca, la agricultura y la minería, mientras que el 36 %, es decir 1.200 millones, pertenecen a áreas «moderadamente dependientes», como la construcción, el ocio y el transporte.
Los autores del estudio, elaborado por 31 agencias de Naciones Unidas bajo el paraguas de la Unesco, avisan de que la falta de un suministro fiable de agua provoca la pérdida o la desaparición de puestos de trabajo.
La razón es que esas carencias afectan a la producción agrícola, limitan la generación de energía -que utiliza el agua- y provocan migraciones de población, entre otros perjuicios.
«El agua y el empleo están intrínsecamente relacionados en lo económico, social y ambiental», subraya la directora general de la Unesco, Irina Bokova.
El acceso al agua potable también contribuye a la salud y a la productividad de los trabajadores, lo que repercute directamente en el crecimiento económico, según la Agencia de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), que reclama la implicación de los sectores público y privado en la protección de este recurso.
En el mundo, 663 millones de persones no disponen de fuentes de agua mejoradas, es decir, separadas de las destinadas a los animales, y libres de contaminación fecal.
En su informe, publicado en el Día Mundial del Agua y en el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de 2030, la organización hace notar que la mala calidad del agua, el saneamiento deficiente y la falta de higiene son las principales causas de enfermedades contagiosas que causan el 17 % de las muertes laborales.
En ese sentido, el responsable de políticas sectoriales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Carlos Carrión, resalta la importancia de «reconocer en las estadísticas de empleo a los trabajadores no remunerados», como las amas de casa, que en ocasiones carecen de agua en sus hogares.
El agua es, asimismo, una fuente de oportunidades de empleo e inversión, según el documento, que relaciona la inversión en agua con el crecimiento económico y la renta nacional de los Estados.
Los autores del informe lo ilustran con el caso de Ghana, que aumentó su riqueza nacional un 14 % en 2011, pero tenía una previsión de crecimiento del 3,9 % en 2015 por la falta de infraestructuras hídricas capaces de sostener el desarrollo económico.
Además, la creciente escasez de agua dulce hará necesario recurrir a fuentes de agua no convencionales, como las residuales recicladas o las procedentes de la lluvia.
El déficit de personal cualificado en esas áreas y la necesidad de sustituir o reparar estructuras obsoletas y deterioradas abrirá numerosas posibilidades laborales, según la Unesco.
Las energías renovables, como la solar o hidráulica, crean más empleos que las convencionales, como el carbón y el petróleo, además de ser menos contaminantes y usar menor cantidad de agua en su generación, recuerda el investigador Richard Connor, autor del estudio.
Connor subraya que las inversiones en el sector del agua se recuperan rápidamente. A modo de ejemplo, citó un estudio del Banco Mundial de 2009 que mostraba que en Colombia, Honduras y Brasil, cada 1.000 millones de dólares invertidos en el abastecimiento y saneamiento de agua son capaces de generar 100.000 empleos.
La Unesco hace hincapié en la dependencia de América Latina y el Caribe de la energía hidráulica, de la que procede el 60 % de la electricidad, en comparación con un 16 % de media mundial.
Esta fuente de energía dispone, además, de un «significativo» potencial aún por desarrollar, de acuerdo con la organización.
Desde principios de este siglo, el crecimiento Latinoamérica y el Caribe, que cuenta con la tercera parte de las reservas mundiales de agua, se ha basado en la producción de materias primas en que el agua tiene un importante papel.