Sin insultos ni descalificaciones y con encontronazos más suaves de lo que venía siendo habitual entre los aspirantes, el debate de Miami (Florida) se centró en cuestiones como el comercio, la inmigración, la educación, el sistema de seguridad social y la política exterior.
Tanto Trump como el senador por Florida Marco Rubio (que estaba siendo uno de los más agresivos últimamente) ya insinuaron antes del encuentro que este debate iba a ser distinto, ya que el magnate avisó de que iba a mostrarse «presidenciable» y Rubio reconoció que había sido un error entrar en el terreno de lo personal.
Una de las primeras cuestiones que se abordaron fue cómo lidiar con el déficit y la deuda de EE.UU., ante lo que Trump defendió que hay que deshacerse «del despilfarro, el fraude y el abuso», que actualmente son «incontrolados».
Tanto Rubio como el senador por Texas Ted Cruz consideraron la propuesta insuficiente y propusieron alternativas, pero siempre tratando de ceñirse al debate político y evitando las descalificaciones directas.
«Las cifras no cuadran. Hay que modificar la seguridad social, si no, tendremos una crisis de deuda», respondió Rubio, quien propuso subir la edad de jubilación progresivamente hasta los 70 años para hacer sostenible el sistema de pensiones.
También Cruz defendió subir la edad de jubilación y comparó la propuesta de Trump de combatir el despilfarro, el fraude y el abuso con las medidas que defienden los demócratas y Hillary Clinton.
En materia migratoria, Cruz reiteró que si llega a la Casa Blanca «triplicará» la patrulla fronteriza, completará un muro en la frontera de México, y acabará con las conocidas «ciudades santuario», localidades con políticas de no persecución a los inmigrantes ilegales.
En cuanto al comercio, Rubio defendió los beneficios de algunos de los tratados de libre comercio que ya ha rubricado Estados Unidos, y citó como ejemplo el firmado con Colombia, el cual consideró que ha generado grandes beneficios a su estado.
Por su parte, Trump defendió sus credenciales como empresario para hablar del asunto y dijo ser el mejor preparado para hablar del asunto dada su experiencia, y argumentó que las leyes actuales son malas «tanto para los trabajadores como para los empresarios».
Uno de los momentos de mayor intensidad de la noche llegó cuando Trump se reafirmó en su comentario de que la mayoría de los musulmanes odia a EE.UU.: «Yo no quiero ser políticamente correcto. Tenemos un problema serio de odio (en relación al Islam). Más vale que solucionemos el problema antes de que sea demasiado tarde», alertó.
«En grandes mezquitas de Oriente Próximo tienes a gente gritando ‘¡Muerte a EE.UU.!’. Tenemos que expandir nuestras leyes (para combatir el yihadismo) o seremos una panda de primos, se están riendo de nosotros», añadió el magnate neoyorquino.
El primero en responderle fue Rubio, quien aseguró que «los presidentes no pueden decir todo lo que quieren», y contó una anécdota de una pareja de misionarios en Bangladesh que, según dijo, le contaron que están teniendo problemas en ese país por los comentarios de Trump sobre el Islam.
De manera parecida le respondió Cruz, para quien la respuesta al yihadismo «no es simplemente gritar ‘Islam malo'», y dijo estar «preocupado» por el «lenguaje incendiario» de Donald Trump.
También el cuarto aspirante en liza, el gobernador de Ohio, John Kasich, apuntó que no cree «que el Islam nos odie», sino que se trata de «una secta» dirigida contra EE.UU.
El de hoy fue el último debate entre aspirantes a la nominación republicana antes de la jornada crucial del próximo martes, en la que cinco estados celebrarán primarias: las preciadas de Ohio y Florida, donde el ganador se llevará la cifra total de delegados en juego, y también en Illinois, Misuri y Carolina del Norte.