“Cero novedades”. Esa fue la información que dieron la tarde del sábado pasado los policías acantonados en el control fronterizo de la parroquia de Tufiño. Esta es una población a 18 kilómetros de Tulcán y también es una zona de paso entre Ecuador y Colombia.
Este puesto migratorio es secundario, pero tomó importancia luego de la decisión del Gobierno ecuatoriano de exigir pasaporte a los ciudadanos venezolanos que intentan ingresar al país desde la medianoche del sábado.
Tradicionalmente esta zona es utilizada para el paso de personas y vehículos, que no lleven carga, entre la población colombiana de Chiles y Tufiño del lado ecuatoriano. Permanece abierto desde las 07:00, hasta las 19:00 y los controles los cumplen agentes de la Policía y de la Aduana. “No se han registrado situaciones anómalas”, informó el teniente Juan Pablo León, quien lideró una de las patrullas que supervisó el trabajo en los puestos secundarios de migración.
La Policía ecuatoriana identificó 30 zonas sensibles en la frontera norte que pueden ser usadas para esquivar el control de las autoridades y cometer delitos. Es por eso que los uniformados, según explicó León, realizan controles permanentes en siete pasos en la línea fronteriza. Mientras que para vigilar el resto de lugares se ejecutan operativos sorpresivos, fundamentales para evitar que se alerten las mafias. La misma calma se vivió en el puesto del río Carchi.
Este paso es aún más pequeño que el de Tufiño. Tres uniformados (un policía, un agente aduanero y un soldado) inspeccionan los vehículos que cruzan la frontera. Para arribar a este lugar se debe atravesar una carretera de tierra y llegar hasta un pequeño puente, de menos de 8 metros de largo, que separa a Colombia y Ecuador. El único letrero que da la bienvenida a nuestro país fue colocado por una cooperativa de transporte en una ladera de una montaña cercana.
Sin este aviso no se sabría que se cruzó la línea limítrofe. Los tres uniformados permanecen 12 horas en ese puesto fronterizo. Ellos abren las puertas metálicas de ingreso a las 06:00 y las cierran a las 18:00. Luego de eso cada uno se retira a sus cuarteles. Antes permanecían en la zona, en un vetusto puesto de vigilancia sin enlucir y sin ventanas, pero dejaron de hacerlo. Esta fue una decisión que se tomó luego de los ataques de la narcoguerrilla del Frente Oliver Sinisterra y de alias “Guacho”, para precautelar su seguridad.
Así contó uno de los uniformados que pidió que no se publicara su nombre. El teniente León explicó que, generalmente, estos pasos secundarios son dedicados para ingresar mercadería de contrabando. Pero sostuvo que en el caso de que se encuentre a ciudadanos venezolanos usando estas rutas, los uniformados deberán cumplir con los protocolos entregados por las autoridades, los cuales establecen que los viajeros no podrán ser detenidos.
Sin embargo, su situación migratoria es considerada ilegal y deberán cumplir con las sanciones que se estipulan para esta infracción al ser descubiertos.