Sin embargo, desde hace tres años atraviesa por un lento proceso de descongelamiento, debido a que ya no le afectan la ceniza ni las altas temperaturas internas, que tuvo el volcán durante su reactivación eruptiva del 15 de agosto del 2015.
Bolívar Cáceres, especialista en glaciares del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología, explica que esas causas han ralentizado el derretimiento del hielo.
Es decir, vive una nueva etapa frente al periodo de su reactivación. La reactivación, con una alta actividad entre agosto del 2015 y julio del 2016, incidió en la disminución de la capa de hielo.
Aumentó la temperatura en el edificio volcánico y expulsó ceniza, vapor y gases. Una parte del polvo volcánico cayó sobre la nieve y provocó un rápido descongelamiento.
Fuente: El Comercio – Nota Original: LINK