Durante unos 35 largos segundos, un terremoto de magnitud 7 transformó la capital, Puerto Príncipe, y las ciudades cercanas de Gressier, Leogane y Jacmel en ruinas polvorientas, matando a más de 200.000 personas e hiriendo a otras 300.000.
Más de 1,5 millones de haitianos quedaron sin hogar, dejando a las autoridades de la isla y a la comunidad humanitaria internacional ante un desafío colosal en un país que carece de un registro de tierras o de reglas de construcción.
«Ha sido una década perdida, totalmente perdida», dijo el economista haitiano Kesner Pharel.
Los miles de millones de dólares prometidos por los donantes internacionales en las semanas posteriores a la catástrofe parecen haberse desvanecido, alimentando la amargura de los sobrevivientes que están hoy expuestos a los mismos peligros que existían antes del terremoto.
Las organizaciones internacionales prometieron miles de millones de dólares en ayuda después del terremoto, pero su uso ha sido objeto de un intenso escrutinio por parte de expertos y solo una fracción fue directamente al gobierno haitiano.
Fuente: El Universo, nota original aquí: LINK