Según el enviado de Naciones Unidas para Siria, Geir Pedersen, pese a los contactos al más alto nivel entre Moscú y Ankara, los mensajes que llegan de ambos lados apuntan a que existe un «riesgo inminente» de que la confrontación en la zona empeore.
Pedersen se pronunció así después de que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, advirtiera de la inminencia de una operación de su Ejército en la provincia siria de Idlib, una posibilidad que el Gobierno ruso consideró como «el peor escenario».
Rusia, que apoya al régimen sirio de Bachar al Asad, y Turquía, que respalda a los rebeldes, han tratado hasta ahora sin éxito de negociar un acuerdo sobre Idlib, el último bastión opositor y que es objetivo de una gran ofensiva de Damasco. Según la ONU, las dos potencias, que anteriormente habían patrocinado un cese de las hostilidades en la zona, «pueden y deben tener un papel clave» para reducir la tensión ahora.
El jefe humanitario de la ONU, Mark Lowcock, presentó al Consejo de Seguridad los últimos datos de los que dispone la organización sobre la situación en el noroeste de Siria, que calificó de «catástrofe humanitaria».
Entre el 1 y el 16 de febrero, al menos 100 civiles han muerto en ataques militares, 35 de ellos niños. El 90 % de las bajas han tenido lugar en zonas bajo control opositor, según Lowcock. Durante el último fin de semana, unas 160.000 personas huyeron de la violencia, elevando a alrededor de 900.000 el número de desplazados desde el 1 de diciembre.
Fuente: El Telégrafo, nota original aquí: LINK