El contagio con covid-19 en las nacionalidades indígenas de la Amazonía mantiene en alerta a estos territorios. Hasta ayer, 10 de junio, la dirigencia de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana (Confeniae) reportó al menos 374 casos confirmados y 573 sospechosos.
Una parte de los habitantes de las comunidades Waorani, Achuar, Kichwa, Shuar, Shiwiar, Sápara y Siekopai se aisló en la selva, pero también se realizan campañas informativas en sus idiomas, para promover el lavado de las manos, la utilización de mascarillas y el distanciamiento.
Sin embargo, los líderes piden atención médica, pruebas PCR y trajes de bioseguridad para los líderes y médicos de estas zonas. Tampoco tienen alimentos para las familias que se encuentran en aislamiento, para evitar que salgan a cazar, pescar e intercambiar productos como papa china, yuca, plátano y plantas medicinales.
“Necesitamos que el Estado actúe en los pueblos amazónicos”, solicita Marlon Vargas, presidente de la Confeniae. Los datos los entregan los dirigentes y los subcentros de salud en Pastaza, Napo, Orellana y Morona Santiago, a través de radio UHF.
Universidades y onegés dan su apoyo. En uno de los estadios de la parroquia Shell, en el cantón Mera (Pastaza), se tomaron muestras el lunes pasado a 200 waoranis que viven en esa ciudad.
Niños, jóvenes y adultos acudieron a las tres carpas, para que un grupo de médicos y voluntarios de la Universidad de las Américas, en coordinación con Amazon Frontlines, tomaran las pruebas del covid-19.
Estos indígenas no ingresan a sus comunidades por miedo a contagiar a los adultos mayores. Tampoco quieren poner en riesgo a los pueblos no contactados Taromenane y Tagaeri, cuyos territorios limitan con el de los waorani de Orellana y Napo.
Según Nemo Nequino, dirigente waorani, antes de la pandemia cuando iban a cazar y pescar se encontraban con sus vecinos. “Si hay contacto con los taromenane y tagaeri, las consecuencias serían catastróficas, porque ellos podrían desaparecer”.
Tiyua Uyunkar, representante del pueblo Achuar, indica que tres de las 20 comunidades registran enfermos. Aparentemente se contagiaron al vender la madera y adquirir productos en el centro de Pastaza.
Al regresar a la selva -siempre por vía fluvial- contagiaron a sus familias. En una choza viven entre cinco y ocho personas. Luego de esos casos, algunos grupos familiares se internaron en la selva.
Otro cruzó a Perú y se teme que se contagien. Las ocho comunidades de la organización kichwa de Santa Clara, en Pastaza, se declararon en emergencia el lunes 8 de junio.
Sus dirigentes informaron que más 100 personas presentan síntomas como fiebre, dolor muscular y otros síntomas relacionados con el covid-19.
Algo similar sucede en Sarayaku. Tupac Viteri, presidente de esta comunidad, cuenta que implementaron una guía para prevenir contagios y capacitan en el uso de mascarillas y el lavado de las manos.
Viteri cree que el contagio ocurrió cuando la gente salió a abastecerse o a cobrar el bono solidario. “Gestionamos con fundaciones la compra de pruebas PCR para determinar quiénes tienen el virus”.
La nacionalidad Andwa está conformada por más de 300 personas y su territorio está en la parroquia Montalvo, que limita con Perú. No se registran casos de covid-19 en las cinco comunidades.
El presidente Daniel Dahua cuenta que las familias que se aislaron en la selva están retornando a las comunidades. Los guardias Andwa vigilan que se utilicen mascarillas y se laven las manos.
Geovanny Fonseca, director distrital de Salud de Pastaza, indica que algunas comunidades no tienen covid-19, por mantenerse aisladas. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos alertó a inicios de este mes sobre esta situación y pidió al Estado que extreme las medidas y de cuidado para los pueblos ancestrales.
Fuente: El Comercio-Nota Original: LINK