Guayaquil se resistió de forma sistemática en los últimos 20 años de administración socialcristiana al pico y placa, a los planes de peatonización del centro y a volver la mirada al río Guayas como una vía de transporte.
La pandemia de covid-19 parece estar replanteando esas nociones. La movilidad en la ciudad se reconstruye en un nuevo “plan maestro”.
La alcaldesa de Guayaquil, Cynthia Viteri, ha insistido en planes de peatonización de la avenida 9 de Octubre. Es una opción que les puede permitir a restaurantes atender en exteriores, en una urbe más amigable con el peatón y en un futuro con transporte fluvial.
La punta de lanza del nuevo plan de movilidad es un sistema de 100 kilómetros de ciclorrutas. Atravesará de norte a sur y de este a oeste la ciudad, que en las dos últimas décadas tampoco pudo consolidar un sistema de ciclovías.
La primera etapa comenzó a construirse hace un mes. El primer tramo de 14 kilómetros cruzará la ciudad de este a oeste, desde el borde del río Guayas en el Malecón, hasta orillas del estero Salado en la avenida Barcelona, al oeste. “La pandemia nos brindó la oportunidad de acelerar planes.
La idea es imprimir un fuerte componente de movilidad sostenible y que Guayaquil se convierta en multimodal, que articule diferentes modos de transporte”, indicó Gina Galeano, presidenta de la Mesa de la Movilidad Sostenible del Municipio.
En el tramo de casi cuatro kilómetros, en la avenida Barcelona, la ciclorruta será bidireccional y ocupará el parterre central. Para la obra se han removido bolardos, reducido jardineras y construido rampas en las intersecciones, para habilitar dos carriles exclusivos para la micromovilidad.
El tramo ha empezado a ser utilizado por ciclistas previo a su inauguración oficial. La ciclorruta este-oeste ocupará, entre otras calles, todo lo largo de la avenida 10 de Agosto, en el centro. Ahí ya se ha empezado a refaccionar el pavimento.
En la 10 de Agosto, la ciclorruta ocupará todo un carril de circulación vehicular. En el centro el circuito será mayormente unidireccional.
El peatón es el sujeto de atención prioritaria en la nueva ordenanza para el uso de bicicleta y vehículos de micromovilidad y los ciclistas.
En la avenida Barcelona la ciclorruta se tomará el parterre central porque era un espacio aprovechable. Pero en el resto de la ciudad los carriles exclusivos de la ciclorruta irán sobre la calzada.
Estarán “segregados para que no sean invadidos por vehículos motorizados”, informó Galeano. El avance de la obra civil de la primera fase es de un 55%.
Y luego de eso aún faltará instalar la señalética horizontal y vertical, separadores de vía y tubos plásticos abatibles. Esos trabajos pueden tomar entre el proceso de contratación pública hasta la implementación unos 45 días más.
El grupo Masa Crítica cobija a colectivos de ciclistas que trabajan por la movilidad no motorizada en la ciudad desde hace más de ocho años.
El sábado pasado participó en la ruta gastronómica, como parte de la agenda de las fiestas de fundación de la ciudad. Ese grupo ciudadano también aporta a la Mesa de Movilidad municipal.
Pero cuestiona la falta de celeridad en la implementación de ciclorrutas de emergencia como respuesta durante la pandemia. “Las ciclorrutas de emergencia son de fácil instalación con conos y separadores, pueden abarcar más lugares”, dijo Alberto Hidalgo, vocero del colectivo Masa Crítica.
Explicó que dejaron de insistir cuando se aceleró la aprobación de la nueva ordenanza e inició la construcción de la ciclovía permanente.
Pero se perdió la oportunidad de darle más confianza al ciclista urbano, que emergió durante la pandemia por la restricción vehicular en la ciudad.
Galeano explicó que ciudades como Quito, que han implementado ciclorrutas de emergencia, contaban ya con una cultura mínima de respeto al ciclista.
“En Guayaquil, en lugar de favorecer podía ser perjudicial, todavía desde el punto de vista cultural la ciudad no está lista y tenemos que avanzar hacia el respeto del uso de la vía para todos”. El siguiente paso es el alquiler de bicicletas y de vehículos como ‘scooters’. El Municipio porteño trabaja en un sistema para el uso público.
Fuente: El Comercio – Nota Original : LINK