El Burgomaestre explicó que la acumulación de agua en las laderas del Pichincha, por la presencia de lluvias, fue un 55 % superior a la registrada en 2022, cuando un aluvión afectó a los barrios de La Gasca y La Comuna, dejando al menos 28 fallecidos e innumerables pérdidas materiales.
Tras un sobrevuelo realizado las primeras horas de este miércoles 03 de abril de 2024, Muñoz aseguró que las afectaciones son 25 % menores a las de esa ocasión.
Señaló que esto responde a un trabajo preventivo y de mantenimiento ejecutado desde entonces por parte de la Municipalidad, en tres quebradas específicas: El Tejado, Rumipamba y La Pulida.
La principal afectación se presentó en El Tejado, donde la obra de captación fue colapsada, pero, sin embargo, aclaró que al momento ya se encuentra limpia. Adelantó que se deberá hacer una próxima evaluación, para verificar que no exista acumulación de material.
Muñoz indicó que al momento existen cuatro grupos de trabajo, uno de ellos enfocado en lo social, para brindar el contingente a las familias afectadas. «No hemos tenido la necesidad de activar alojamientos, nos hemos mantenido en lo preventivo, tenemos activadas cuatro Casas Somos», agregó el alcalde.
«Lógica discursiva» y posible falta de previsión
En NotiMundo al Día, Fernando Carrión, arquitecto y urbanista, explicó que la tala indiscriminada de árboles y la acumulación de basura son parte de los principales problemas, pero que sumado a la falta de estrategias, han dado paso a que estos eventos se vuelvan recurrentes en la misma zona. «Me parece que hay improvisación y una lógica discursiva de echarle la culpa a la naturaleza», criticó.
Carrión insistió que se debe tener clara una estrategia y obras conjuntas, dentro de la lógica hídrica de la ciudad, porque el evento ocurrido podría repetirse en otros sitios, como en Solanda, donde existió la extracción de agua del subsuelo para la construcción del Metro de Quito y que ya ha dado paso al hundimiento de viviendas en ese tradicional barrio capitalino.
El proceso de urbanización hacia los valles, con el taponamiento de quebradas, podría dar paso a nuevas tragedias, por lo que se debe hacer una intervención estructural e integral para evitar posibles pérdidas humanas y materiales.
«No hay una visión ambiental y general del problema que estamos viviendo; hay una respuesta absolutamente insuficiente», sentenció Carrión.
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