«Por más de cinco décadas, Furukawa mantuvo en sus haciendas una práctica análoga a la esclavitud conocida como servidumbre de la gleba». Así reza parte del fallo, con el cual se da la razón a las víctimas que denunciaron explotación laboral por parte de esa empresa japonesa.
La sentencia añade que «este sistema consistía en aprovecharse de personas en condiciones de extrema vulnerabilidad para que vivan en campamentos dentro de las haciendas y cosechen abacá en beneficio de Furukawa». En el fallo, se confirma que la esclavitud fue motivada por el «origen afrodescendiente» de los trabajadores y el «racismo estructural» que existe en Ecuador.
En NotiMundo al Día, Susana Quiñónez, una de las víctimas de este caso, recordó con mucho pesar la vida en las haciendas de Furukawa. Comentó que a las instalaciones de la empresa llegó a los cinco años de edad, acompañada de su padre, quien ya vivía en el lugar. Allí no tenía acceso al estudio ni al juego, actividades propias de la niñez.
«Nosotros (los niños) éramos los trabajadores fantasma, porque nadie nos conocía; los medios iban a la empresa, pero se quedaban en las oficinas y no al campo, donde vivíamos cientos de personas mayores, adolescentes, mujeres embarazadas, etc.», lamentó. Las condiciones en los campamentos de abacá eran deplorables, dijo Quiñónez, donde en pequeñas habitaciones vivían hasta 12 personas.
Relató que en 2018, en el censo de ese año, hubo autoridades que ingresaron a las haciendas y verificaron las condiciones en que desarrollaban su vida los trabajadores. «Nosotros formamos parte de la resistencia; ellos (la empresa) quisieron destruir la evidencia, pero ahí sí hubo esclavitud», acotó.
Juliana Quintero es otra de las víctimas. En NotiMundo al Día, indicó que su llegada fue a los 11 años, porque su familia ya se encontraba en el sitio. «Es algo que no se lo deseo a nadie; dejamos de ser niños para descubrir una vida adulta, para ayudar a nuestras familias», lamentó.
Disposiciones de la sentencia
Como medida de reparación a las víctimas, la CC determinó montos a pagar por parte de Furukawa, por concepto del daño inmaterial y del daño material para las 342 víctimas de servidumbre de la gleba identificados en la sentencia. Además, montos adicionales en función de condiciones específicas de las víctimas y un acto público de reconocimiento de responsabilidad y disculpas.
Quiñónez dijo que espera que se cumpla con la sentencia y las autoridades lo verifiquen, «porque esta empresa está enseñada a burlarse de los trabajadores». «Vivimos en un país de corrupción, pero queremos que la sentencia se cumpla», acotó.
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