Uno de los primeros signos de que al país le faltó ganar experiencia con las enseñanzas del COVID-19 es que existe un cierto rechazo para abordar el tema. Según Aguilar, esto responde a que un evento tan traumático para las familias no es fácil de abordarlo.
Sin embargo, explicó que es necesario evaluar lo ocurrido durante la emergencia sanitaria y tomar acciones que permitan a la sociedad estar mejor preparada para un evento de este tipo.
En este sentido, lamentó que luego de todo lo ocurrido, en Ecuador persista la falta de un sistema de salud «potente», que no se cuente con instituciones con capacidad de investigación de patógenos con potencial pandémico y epidémico, ni se hayan establecido redes internacionales ni articulación para tratar la enfermedad. Agregó que uno de los elementos más preocupantes es el rechazo a las vacunas.
Este último es uno de los que más deberían tener la atención de autoridades y ciudadanos, pues recordó que en el mundo se registraron cerca de 700 millones de contagios en el mundo y hasta el momento 20 millones de fallecimientos. A esto se suma el «descalabro» de la economía mundial, durante al menos 2 años, la generación de más de 100 millones de pobres extremos.
Aguilar explicó que la falta de medidas postpandemia derivaron en un agravamiento de las enfermedades crónicas, generadas por un proceso inflamatorio, posiblemente por la inflamación del virus, y trastornos de salud mental generalizados. «A pesar de todo eso, teniendo la evidencia de que las vacunas fueron el pilar fundamental para el control de la pandemia, hoy son rechazadas», lamentó.