Para Grønneberg, es inaceptable que siete días después del derrame ocurrido en el sector El Vergel, en el cantón Quinindé de la provincia de Esmeraldas, todavía no se cuente con los datos de la cantidad de petróleo derramada.
Sin esos datos, dijo, no conocemos la magnitud del daño y por ende las gestiones de contención y limpieza no se realizan con rigurosidad.
A su criterio, el Gobierno debería emitir informes diarios, para que se indique los avances de los trabajos realizados y así poder tener en cuenta las acciones a seguir. Sin embargo, según información extraoficial, aseguró que se conoce que las válvulas de la tubería estuvieron abiertas por dos horas, lo que significa que al menos 25.000 barriles de crudo fueron derramados. Si esto es así, este sería «el mayor derrame en la historia de este país», subrayó.
Grønneberg insistió en que los esfuerzos de las autoridades para mitigar los daños deberían ser mucho mayores, e incluso con ayuda internacional, pero sin información certera no se puede tener avances reales ante la tragedia ambiental.
Otro de los riesgos que existen, ante la falta de información oficial sobre el derrame, es que si la etapa de recuperación se demora, el petróleo se empieza a filtrar en el suelo, hasta alcanzar aguas profundas. «Si eso se afecta, no hay retorno; esa es la preocupación que existe», lamentó.
A esto se suma las complicaciones por las que atraviesan cerca de medio millón de personas, que es la cifra estimada de afectados en la provincia de Esmeraldas. Además de quienes se dedican al turismo, hay inconvenientes en las labores de pescadores y agricultores.
«Este es un evento sin precedentes, pese a las afectaciones constantes que tiene Esmeraldas todos los años por este tema. Todo derrame es injustificable, pero lo que está sucediendo ahorita no se ha visto antes», puntualizó.
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