Días previos, en redes sociales, el sacerdote católico César Piechestein (radicado en Guayaquil) motivó lo caminata en pos de la que asegura debe ser una «familia natural», entre un hombre y un mujer. La protesta fue además contra la inclusión de contenidos con enfoque de género en la malla curricular en varios proyectos de ley, que tramita la Asamblea Nacional.
Hubo caravanas en ciudades como Guayaquil, Quito, Cuenca, Santo Domingo, Puyo, entre otras. Los asistentes a la manifestación, convocada a través de redes sociales y algunos movimientos religiosos, gritaron la consigna «Con mis hijos no te metas». En Quito, tras salir de El Arbolito, marcharon hacia la Basílica del Voto Nacional y tomaron la calle García Moreno hasta La Palaza de la Independencia, donde se congregaron, frente a una pantalla instalada en el atrio de la Catedral Metropolitana.
Rocío Gualas, de 34 años, llegó a las 09:00 a El Arbolito en compañía de su hija adolescente. Ambas mujeres fueron convocadas por la Iglesia Comunidad de fe, que ha dado charlas sobre la movilización, según contaron. La Comunidad de fe tiene varias sedes a escala nacional y sus miembros en Quito bordean el millar de personas, contó Gualas, quien manifiesta su desacuerdo con que la «educación sexual sea impartida fuera de casa». María Fuertes llegó desde la parroquia San José Obrero, de El Comité del Pueblo luego de saber de la marcha por los párrocos de la localidad pertenecientes a iglesias evangélicas.
Desde esa localidad del norte de Quito, llegaron 300 personas. «Nos reunimos para defender a la familia», dijo Fuertes a este diario. De San José Obrero habían llegado varios buses y las leyendas en los carteles que llevaron contenían frases como: «Nací mujer y no te permito que me confundas». «Hay que evitar que el maligno, siempre al acecho, dañe a la familia ecuatoriana», repetía Fuertes, de 54 años, junto a Pablo Izurieta, quien llevó un megáfono. Genaro Astudillo, estudiante de derecho de 28 años, rezaba en medio de las pancartas junto a otros fieles cristianos del barrio San Carlos.
La Defensoría del Pueblo pidió mesura en los comentarios sobre el tema Anta las marchas, Ramiro Rivadeneira Silva, en representación de la Defensoría del Pueblo, destacó que desde 2008, a través de la Constitución, se apunta a “construir una nueva forma de convivencia ciudadana, en diversidad; una sociedad que respete, en todas sus dimensiones, la dignidad de las personas y las colectividades”.
Aseguró que en pronunciamientos a favor de la marcha se promueven estereotipos e imaginarios sociales con relación a la definición de lo que es una “familia natural”, con padre y madre, argumentando que la familia heterosexual es el modelo único y aceptable, “desconociendo otros tipos de familia, como la familia consanguínea que se conforma también con los abuelos, la familia monoparental donde solo hay una persona de las progenitoras, la familia de madre soltera, la familia de personas separados, familias compuestas por personas del mismo sexo, familia adoptiva, familias reconstituidas con un progenitor que se une con una persona soltera sin hijos o familias de distintas culturas étnicas o religiosas, etc.”. Para esto, en el comunicado se menciona el artículo 67 de la Constitución, que manifiesta: “Se reconoce la familia en sus diversos tipos.
El Estado la protegerá como núcleo fundamental de la sociedad y garantizará condiciones que favorezcan integralmente la consecución de sus fines. Estas se constituirán por vínculos jurídicos o de hecho y se basarán en la igualdad de derechos y oportunidades de sus integrantes”.
Rivadeneira, a nombre de la Defensoría del Pueblo, hizo un llamado al colectivo #ConMisHijosNoTeMetas “a realizar sus manifestaciones públicas de manera pacífica como un mecanismo de expresión democrática, por medio del cual exprese sus ideas; así como trasmitir su pensamiento a través de redes sociales evitando insultos, frases denigrantes, amenazas, ridiculización, descalificación por etnia, género o clase, incitación a la violencia o apología a cualquier forma de discriminación, pues no son argumentos, ni ideas en un debate democrático serio”.
Fuente: El Telégrafo