Brasil no se iba tan temprano de una Copa América desde 1987. La decadencia de un país en crisis política y económica se ha evidenciado en su peor versión en la selección nacional con la eliminación ante Perú en la zona de grupos de la Copa América Centenario, que puede alejar al entrenador Dunga del cargo.

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La única esperanza, con el astro  Neymar como bandera, es la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

El 1-0 con la mano convertida por el peruano Raúl Ruidíaz, gol mal convalidado, llevó a Dunga al borde de la expulsión del cargo, cuando quedan menos de dos meses para la participación de Brasil en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Buscará una aún inédita medalla dorada en fútbol, deporte del cual es pentacampeón mundial.

La pesadilla del fútbol brasileño luego de la derrota 7-1 ante Alemania en el Mundial Brasil 2014 no se ha terminado con Dunga, quien en su regreso a la selección no pudo pasar con fortuna por la Copa América Chile 2015, fracasó en la 2016 y el ‘scratch’ marcha en un peligroso sexto lugar en las eliminatorias sudamericanas.

La crisis futbolística se agiganta cuando se mira la organización de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), cuyo presidente, Marco Polo del Nero, no sale del país por temor a ser detenido por Interpol, en el marco de la investigación estadounidense sobre corrupción en la FIFA y en las federaciones continentales y regionales.

José María Marín, antecesor de Del Nero, se encuentra bajo arresto domiciliario por corrupción en la FIFA, tras haber sido abandonado por la actual dirigencia de la CBF.

Marín, quien fue un gobernador del estado de Sao Paulo en 1980 como colaboracionista de la dictadura militar, espera su juzgamiento en su apartamento de lujo en Nueva York.   Del Nero convocó para hoy, martes, a Dunga a una reunión, mientras varios dirigentes daban por hecho que quien será el próximo entrenador es Tite, de Corinthians, campeón de la Copa Libertadores y del Mundial de Clubes 2012 con el ‘Timao’, el segundo club más popular del país detrás de Flamengo.

Luego de la derrota ante Perú y la eliminación de la Copa América, Dunga no dio señales de dejar el cargo y puso como ejemplo el trabajo a largo plazo desarrollado por Alemania, que cosechó frutos al llevarse el Mundial Brasil 2014.

“Estoy llevando adelante un proceso. Después del Mundial hubo una reformulación de los planes. Elogiamos el trabajo de 14 años de Alemania, no pretendamos que en 2 años encontremos soluciones para Brasil.

La solución se encuentra con la continuidad”, respondió. Y cuando se le preguntó sobre si teme ser despedido, atacó: “Solo le temo a la muerte y a nada más”. Dunga, quien como jugador fue el capitán de Brasil campeón mundial en Estados Unidos 1994, dirigió el Mundial 2010, siendo eliminado en cuartos de final, y retornó en lugar de Luiz Felipe Scolari tras la caída 7 a 1 contra Alemania en 2014.

Fue llamado por Gilmar Rinaldi, coordinador de selecciones, por su fama de aguerrido y de tener compromiso con la selección, pero en esta Copa América Centenario debía sentar las bases de un juego colectivo en el cual apenas se destacó Lucas Lima, armador del Santos. “Fuimos eliminados no por el fútbol y el hincha lo sabe.

La presión por la medalla de oro, que nunca fue conquistada, será grande”, comentó el entrenador. Neymar no jugó la Copa América Centenario porque la CBF aceptó las presiones del Barcelona, que apenas lo liberó para jugar los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

Neymar reaccionó enojado, en medio de una agitada vida social en Estados Unidos, donde vio a sus compañeros en compañía de Justin Bieber y hasta dedicó algunos días a participar en una película en Hollywood, como una verdadera estrella.

Luego de la derrota, el mejor brasileño de su generación escribió con bronca en Twitter para defender a sus compañeros: “Nadie sabe lo que ustedes compañeros sufren al defender a la selección, vestir esta camiseta con orgullo y un verdadero amor. Ahora aparecerán muchos estúpidos para hablar sandeces. Al diablo con todos. Soy brasileño y los apoyo siempre”, escribió Neymar.

Daniel Alves, que dejó Barcelona y pasó a Juventus, no le quiso echar la culpa al arbitraje contra Perú y sí encontró razones internas: “Es necesario tener calma, pero no mucha calma. Necesitamos parar, pensar revisar y dar el 200%.

Es inadmisible que Brasil sea eliminado en la primera fase y creo que los hinchas no soportan más esto”, comentó. Miranda recordó que contra Perú fueron perjudicados pero lo mismo ocurrió con Ecuador en el primer partido de la Copa América.

“Contra Ecuador a ellos le anularon el gol. Ahora nos tocó al revés. No debemos culpar al árbitro pero sí ver lo que hicimos”, resumió. El comentarista Paulo Vinicius Coelho, de Folha de Sao Paulo, dijo que Dunga ha fracasado en la gestión de jugadores yendo de un extremo al otro. En Chile 2015 usó a siete sobrevivientes del 7 a 1 contra Alemania y ahora no llevó a ningún titular de aquella humillación.

“Otra diferencia entre Dunga y sus dirigidos es que los jugadores brasileños crecieron escuchando que los técnicos de su país no son buenos.

Y ellos en Europa trabajan con los mejores y mejores pagos del mundo, como Pep Guardiola, Diego Simeone o José Mourinho”, escribió el columnista. El diario deportivo Lance!, que desde hace años critica a la selección por haber abandonado el fútbol-arte, escribió que los jugadores se sienten abandonados por la CBF (atrapada en cuestiones policiales de la FIFA) y “a la deriva” con Dunga.

“El escenario no podría ser peor. Los Juegos Olímpicos en menos de tres meses y en septiembre Brasil juega con Ecuador por las eliminatorias de visitante. Si sigue así, no irá al Mundial de Rusia 2018”, dice Lance.

Perú emociona a su afición pese a la polémica

Lo imposible. Ganarle a Brasil. Desclasificarlo. Estirar tanto el lenguaje hasta que se convierte en realidad. Traer, de nuevo, a la memoria de la hinchada, la imagen de David tumbando a Goliat y sembrando en su lugar el aroma de la gloria.

Para la selección de Perú, que dirige Ricardo Gareca, estas son las horas en que la gloria lo permite todo. Soñar, por ejemplo. Ese ejercicio que ayer, previo al inicio de su enfrentamiento con Brasil, deparaba un espacio único para la pesadilla. Es cierto que esta selección está compuesta por jóvenes.

La apuesta de Gareca, a esta altura de su proceso frente al combinado peruano, parece superar la Copa Centenario y las propias Eliminatorias; apunta hacia un recambio generacional siempre aplazado.

Es cierto también que gran parte de esos jóvenes compiten en el torneo local, caracterizado por una crisis aguda que ha terminado por asemejar el balompié nacional con el desaliento.

Pero también es cierto que una selección compuesta por jóvenes desconocidos es capaz de todo. El equipo es inagotable y tiene hambre de victoria. Y eso precisamente es lo que la prensa del país resalta, la mañana de este lunes, cuando ilustra sus portadas con el rostro de Raúl Ruidíaz gritando lo imposible.

Era el minuto 61 del segundo tiempo cuando el corazón de la hinchada se destapó como una pistola que había olvidado el aroma de la bala. Las redes del arco brasileño recibieron ese impacto que marcaría, 31 años después, una nueva victoria de Perú sobre el combinado auriverde.

Los minutos que siguieron al gol fueron de agonía. El árbitro central del cotejo buscaba ratificar el gol pues las imágenes mostraban a un Ruidíaz acelerado, metiendo, desde un ángulo, la mano, desde otro el muslo, pero desde todos, el corazón.

Agonía también entre la hinchada, los comentaristas que especulaban desde la televisión, el grito aplacado de millones de televidentes que esperaban la confirmación del paraíso o, como tantas veces ya, la ratificación de que “así es el fútbol”.

Pero esta vez no. La historia está ahí para ser rebelde con ella. Eso lo dejó claro ayer el combinado peruano al lograr la “hazaña”, “el sueño”, “lo imposible”, como mencionaron los diarios al día siguiente.

Ahora, durante estas horas, no existe el futuro. El partido con Colombia es una sentencia que no se escucha aún en medio de un país acostumbrado a contar  por decenas las derrotas futbolísticas.

Hoy, Perú es uno solo. Y su selección se ha puesto el membrete de la punta de lanza para soñar con el futuro.