Explicó que el cambio climático es el resultado de la emisión de gases de efecto invernadero -por el uso de combustibles fósiles, por procesos industriales o generación eléctrica con el uso de carbón-, que han calentado la atmósfera hasta un punto en el que nos han llevado, como civilización, al antroposeno, que representa una nueva época geológica caracterizada por el impacto del hombre sobre la Tierra.
Esto significa que las temperaturas que se registran actualmente y que se avecinan no tienen registros históricos. «Es más difícil para la humanidad predecir cómo se va a comportar el clima de ahora hacia los próximos años», acotó. Grønneberg insistió en que los efectos del cambio climático ya se sienten en la actualidad, y no es un problema lejano.
Las variaciones en el clima en la región andina, por ejemplo, se evidenciarán con sequías prolongadas, no solo con una temporada durante el año sino hasta dos, y con lluvias de mayor intensidad, aunque de corta duración. «Lamentablemente el Ecuador es un país poco o nada preparado para los efectos del cambio climático que estamos viviendo y que se nos van a venir», apuntó.
Grønneberg señaló que lo fundamental es que las sociedades se adapten a los efectos de esta nueva realidad, pues quienes no lo hagan están condenados al fracaso. Para las zonas donde se encuentran las centrales hidroeléctricas, consideró que es importante que se encuentren en distintas zonas del país, y así se mitiguen los efectos de las sequías. Además, se debe replantear la generación eléctrica, con energías como la solar.
Para contrarrestar la escasez de agua, se debe trabajar en el almacenamiento del líquido vital, así como el mantenimiento de las cuencas hídricas. «Si el Ecuador no se prepara, va a suceder que cuando no llueva, no tendremos agua ni luz; y cuando llueva, tendremos aluviones e inundaciones», alertó. No obstante, insistió que con una planificación en este tema el país todavía está a tiempo de revertir los devastadores efectos.
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