Quiero compartirles esta historia con todas las sensaciones vividas durante esta travesía y esta larga jornada aquí en el campamento base, que se ubica a 5.000 metros sobre el nivel del mar.

Agencia Andes

Salimos de Eskardu poblado al norte de Pakistán, donde nuestra travesía comenzaba en unos jeeps 4×4, los cuales nos llevaron hasta Askoli poblado Balti, donde iniciaría nuestra caminata de seis días hasta el campo base del K2.

Viajamos junto a un agradable conductor que paraba para poder filmar las partes más miedosas del camino. Iba despacio lo cual no es muy común y su 4×4 era el más conservado del grupo de seis jeeps.  Era impresionante ver el caudal violento del Rio Indu que inicia en el glaciar del Baltoro y recorre  4.000 kilómetros en su travesía hasta el mar.

El 23 de junio comenzábamos a caminar en un día fresco no tan caluroso  hasta Jhola, primer campamento donde pasaríamos la noche en carpas. Para que se imaginen esta jornada, quiero contarles que las distancias no son visibles para el ojo humano, sabes donde estas pero no ves a donde llegarás, se camina por un sendero con piedras lleno de arena subidas y bajadas y al llegar al campamento no se puede atravesar el río, hay que caminar dos horas más para poder arribar a nuestro destino. Demoramos seis horas y media y con molestias en los pies, por el calor, la humedad y usar prótesis  decidía meterlos en el rio y dejar que descansen, bajo la mirada de decenas de curiosos porteadores (personas que transportan cosas de un lugar a otro a cambio de un precio convenido).

Amaneció frío el 24 de junio, comenzamos a caminar a las 05:30, lo que se significa levantarse a las 4:30 para alistar los petates con los sleeping bags, nuestra ropa, los colchones aislantes y todo el equipo que usamos durante cada día en cada campamento, además de nuestras mochilas con aproximadamente unos siete kilos, con chompas, agua, comida, bloqueador solar, gorra, etc.

Después nos llaman al desayuno que consiste en chapatí, pan típico de Pakistán, té verde, huevos fritos  y avena.

Este día llegaríamos al oasis de Paju donde nos quedaríamos un día, para que los porteadores preparen su comida de los próximos cuatro días.

Estos hombres de piel curtida por el sol, altos, de rasgos fuertes como las montañas que les rodean, son increíbles, llevan 25 a 30 kilos de peso desde Askolí hasta el campo base del K2, son 134 kilómetros, pero lo increíble es que te rebasan con este peso a sus espaldas, por un terreno que cuesta hacerlo sin peso, no me imagino con 25 kilos en la espalda. Y siempre están alegres.

Después de siete horas llegamos al Oasis, un lugar muy bonito con grandes árboles y una vista preciosa de las montañas del Karakorum.

En esta jornada es casi una tradición antes de llegar, probar las aguas del rio que nacen del glaciar del Baltoro y ver cuánto soportas dentro de estas, claro en mi caso solo los pies, pero es tan doloroso estar en esta agua helada que apenas 20 segundos y comienzan a doler tanto los pies que por respeto hay que sacarlos del agua.

Para mi esta es la cuarta vez que hago el trekking  del Baltoro y para Claudia es la segunda vez y yo me preguntaba si el yoga (la práctica que ella realiza) era suficiente como entrenamiento para lograr venir al K2. Y si lo fue. Increíble.

Pasamos dos noches en Paju, muy agradables preparándonos para la jornada más dura hasta Urdukas, de 10 horas de caminata ya dentro del glaciar.

Comenzamos muy temprano siempre con el mismo ritual, levantarse, empacar, correr para lograr desayunar mientras te quitan la carpa comedor  y retiran con frenesí todo lo del desayuno para empacarlo y dárselo al porteador que llevara esto y pide que se apuren todo el tiempo.

Este día era 25 de junio, se supone el 25 llegaríamos al campo base pero tuvimos que esperar a un compañero de Estados Unidos que le demoraron en entregar su visado y el de sus cuatro sherpas, por lo cual tuvimos que pasar cuatro días en Eskardu.

Para esto, cuatro grupos ya habían llegado al campo base y ganarían los  únicos  ocho espacios de tiendas en el campo uno y  12 en el campo dos.

Este día de caminata después de andar una hora la prótesis comenzó a lastimarme el tobillo, como no tenía un par extra aguanté el dolor en cada paso, un golpe del plástico que comenzaba a inflamar mi pierna.

A las tres horas no pude más y gracias a la ayuda de nuestro acompañante en esta jornada Ali, le pude dar las llaves y corrió a ver mi maleta donde estaba el otro par de prótesis para poder cambiarme, a los 30 minutos llegó  con una cara de felicidad. Aliviado me cambié pero ya el tobillo estaba inflamado y lastimado.

Llegue a Urdukas, me metí en la carpa lleno de polvo, me cambié los esparadrapos de las dos heridas  de mis pies y me acosté con mucho dolor.

Comenzaba la cuarta jornada hasta Goro Dos, solamente cinco horas de caminata de las cuales las dos primeras son cruzar el glaciar con subidas y bajadas, de cuando en cuando oyes un grito y es el momento de quitarte del camino porque o son los caballos que llevan la carga o son los bufalos jaks que van al campo base para proveernos de carne durante los 50 días que estaremos en el K2.

Nuestro grupo se compone de cuatro integrantes: dos de Estados Unidos que es su primera vez en montañas de ocho mil metros, Rubén y Chas, un japonés de 76 años, el señor Matsumoto muy simpático con una dieta orgánica de verduras, no come azúcar, sal, harina, ni nada con persevantes, trae su propia comida y mi persona. También están los Sherpas de cada uno del grupo.

Este año el K2 está más concurrido que en los últimos 12 años cuando en su 50 aniversario asaltaron la montaña entre 75 y 80 montañistas en busca de la cima.

Ahora hay más de 100 y para que se den una idea, espacio solamente de 24 personas  en el campo uno y de 40 en el campo dos, no sé cómo vamos a hacer el resto, el día de ataque a cima cuando llegue la ventana y todos corran para arriba, cada uno por su K2 personal.

Al 26 de junio, mis pies están bien, las heridas no llegan húmedas y están estables.

Salimos el 27 hacia el campo base del Broad Peak, a tres horas de llegar al campo base del K2. Son solamente siete horas de caminata, duras también, largas pero las más significativas por que veremos el K2, lo que todos esperamos estar frente a frente a nuestro sueño.

Nada se compara con este momento, es muy especial e  impresionante, nunca olvidaré la primera vez que en el 2007 vi esta montaña, me quedé sin aliento, me causó tal impresión que por primera vez sentí una presencia desconocida por las montañas y es esta presencia tan fuerte, este magnetismo que solo tiene el K2.

El montañista ecuatoriano Santiago Quitero colocará la bandera de All You Need Is Ecuador en la cima del K2 para promover el turismo del país suramericano.

Por eso este año es un año femenino, en esta montaña están dos británicas compitiendo por ser la primera en lograr la cima, una estadounidense que busca ser la primera en su país, también coinciden dos mexicanas que quieren ser las primeras, todas usarán oxigeno para no fallar su intento, también un fuerte grupo de Polacos, uno de 11 coreanos y cuatro internacionales.

En el grupo de la estadounidense su guía es un ecuatoriano que de lo que sé, ya están listos y aclimatados para el ataque a cima.

Al llegar al penúltimo campamento, sentí en la tarde un dolor muy característico en mi pie derecho, ya conozco estos dolores muy bien y se dé que se trata. Claro, cinco días caminando, sin bañarse, a penas cambiándome las protecciones de las heridas, no fue suficiente y la herida de mi pie estaba infectada, un dolor fuerte, angustia, miedo y pensamientos que dicen de todo.

Todo este proceso del dolor, la prótesis, la infección, la molestia, sería mucho más duro sin Claudia quien con mucho amor y paciencia está siempre apoyándome y curándome con sus tantas técnicas de sanación que conoce, sus aceites mágicos y su amor.

El 28 de junio Llegamos a las 09:00 al campo base del K2, la montaña nos recibe despejada, preciosa luminosa, todos estamos alegres, de haber llegado a este lugar alejado de toda civilización posible en medio de un glaciar rodeado de montañas enormes, vamos a vivir momentos inolvidables en busca de nuestro sueño.

Hemos aprovechado para hacer muchas cosas, descansar, cicatrizar las heridas, curar la infección, lavar la ropa, bañarnos luego de 10 días, comer bien, hidratarnos y conocer los diferentes grupos que están aquí, en el campo base.

Muchos ya están aclimatados listos para intentar el K2 con oxígeno, por mi parte mañana 4 de julio salgo para arriba, con un plan que si el clima me lo permite y mi cuerpo también, será estar cuatro noches en altura, intentar dormir a 7.300 metros en el campo tres, para bajar el 8 a descansar al campo base y después hacer una tirada más de aclimatación y estar listo para la ventana que llegará a partir del 20 de julio.