En Notimundo al Día, Fernando Barragán, coordinador de Maestría en Modelamiento Prospectivo del Instituto de Altos Estudios Nacionales (IAEN), señaló que los desastres naturales, como el aluvión registrado en Quito, «tienen una serie de respuestas que deben ser vistas desde su complejidad».
En este sentido, explicó que los riesgos deben ser entendidos como una articulación entre la amenaza y la vulnerabilidad, y no únicamente como un efecto del cambio climático, aunque este represente un rol fundamental. El experto en gestión de riesgos insistió en que es necesario repensar el modelo de desarrollo como ciudad, el crecimiento urbanístico y el uso que se da a las quebradas, para poder tener una visión más completa de la problemática y las acciones a futuro, para evitar nuevas tragedias de este tipo.
Barragán manifestó que a la falta de planificación territorial se suma la poca o nula gestión de riesgos incorporada en la agenda gubernamental. «Muchas veces se ve a la gestión de riesgos como un tema aparte, sin embargo, esta debe replantear los modelos de desarrollo», dijo.
.@fbogeo: «Al hablar de riesgos, hay que entenderlos como una articulación entre la amenaza y la vulnerabilidad. No puede ser visto únicamente desde un efecto de cambio climático, aunque sin duda este juega un rol fundamental»
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Una de las herramientas para la planificación es la estructura de un plan de desarrollo y ordenamiento territorial, donde convergen los comportamientos sociales, el componente biofísico de la ciudad, sus normativas legales, conectividad, etc. «A partir de conocer cómo funciona nuestro territorio podemos establecer a qué queremos proyectarnos», añadió.
Otra de las herramientas, dijo Barragán, es el plan de uso y gestión de suelo, donde se subdivide el territorio a partir de sus características, para poder establecer usos vinculados, por ejemplo, a la conservación, «donde sabemos que hay unas condiciones de riesgo no mitigables».
El experto indicó que es importante no centrarse en la amenaza, sino en el funcionamiento de la ciudad. En este sentido, señaló que hace casi 20 años se realizó una investigación sobre los eventos morfoclimáticos, y se evidenció que en sitios como La Gasca estos desastres han sido repetitivos.
Por otro lado, reconoció que en el Municipio de Quito «hay una capacidad técnica importante», sin embargo, existe el desafío de incluir esta capacidad en la toma de decisiones. «No nos podemos olvidar que los planes son una hoja de ruta que debe ser constantemente monitoreada, para poder readaptar las condiciones en la toma de decisiones», apuntó.
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