Los mismos diputados que hace 15 meses dieron luz verde para derribar a la entonces presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, por maquillar las cuentas públicas han salvado este miércoles a su sucesor, Michel Temer, de una denuncia de la fiscalía por presunto cobro de sobornos.

EFE

La alianza de centro-derecha que en abril de 2016 acabó con 13 años de gobierno del izquierdista Partido de los Trabajadores logró los apoyos necesarios para impedir que el presidente sea procesado y apartado del cargo durante al menos seis meses. En una tumultuosa sesión de la Cámara de Diputados, Temer ha conseguido el mínimo necesario para detener la acción judicial.

El presidente brasileño y sus aliados desplegaron hasta el último momento todas las armas para frenar posibles deserciones y garantizar la continuidad del Gobierno. Pocos como Temer conocen las mañas para captar voluntades en la política brasileña.

Por algo presidió la Cámara en tres ocasiones y ha ejercido como uno de los hombres fuertes del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), especialista en pactar con Dios y luego con el diablo, capaz de ejercer durante años de muleta del PT y convertirse en su verdugo de repente.

Los esfuerzos de Temer se prolongaron hasta pocas horas antes de la votación: desde el reparto de prebendas e inversiones a diputados individualmente hasta reuniones con el nutrido lobbyparlamentario de los latifundistas.

El Gobierno –en una maniobra no tan infrecuente en Brasil- llegó a cesar de sus cargos provisionalmente a diez ministros para que pudiesen recuperar sus escaños en la Cámara y participar en la votación. Y en el aire nunca dejó de flotar la situación de decenas de diputados, que viven con la amenaza de acabar algún día en la cárcel también por prácticas corruptas.

Fuente: El País