El objetivo es vender los atractivos de la ciudad desde diversas perspectivas con el fin de alcanzar hasta el año 2020 la meta de 1 millón de personas llegadas desde el exterior.
Para este año se prevé el arribo de 650.000 turistas. Entre enero y junio de este año, 314.183 turistas internacionales visitaron Quito, de acuerdo con cifras de la Dirección de Migración del Ministerio del Interior.
La cifra, según datos del Municipio capitalino, representó un incremento del 2,3% en comparación con el primer semestre de 2016. Del mismo modo, las estadísticas muestran que la mayoría de personas provenientes del exterior llegan al país a través de la ciudad en lugar de otras rutas.
En 2016, el país recibió un total de 1’509.108 turistas, de los cuales 627.617 llegaron a Quito y 468.796 a Guayaquil. Esta tendencia se mantuvo en el primer semestre de 2017: de enero a junio pasados Quito recibió 314.183, y Guayaquil, 225.705. Verónica Sevilla, gerente de la empresa municipal Quito Turismo, prevé que hasta finales de 2017 el número de visitantes extranjeros alcance los 650.000 para la ciudad.
Esto aún representa 350 mil turistas menos frente a la meta de un millón de visitantes anuales que la ciudad espera alcanzar en 2020. Gran parte del flujo de visitantes de la ciudad se relaciona con temas religiosos. Sevilla cree que aquello es inevitable si se toma en cuenta que la marca de la urbe ha sido su Centro Histórico desde que fuera declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad en septiembre de 1978 por la Unesco.
“Las personas vienen y visitan iglesias y conventos, lo cual no es extraño, pues el turismo se mueve de esa manera. En sus viajes, la gente visita catedrales, templos, pagodas o sinagogas. ¿Qué otra cosa podría hacer, por ejemplo, el visitante en Roma con una iglesia en cada esquina? Y aquí ocurre algo similar”. La funcionaria apunta que la presencia de lo espiritual en el Ecuador, en general, y en Quito, en particular, no se inicia en la Colonia.
Recuerda que muchas de las manifestaciones culturales de los pueblos prehispánicos expresados en vasijas, ritos y hábitos cotidianos tenían que ver con la relación de esas personas con sus dioses.
“Para ellos era un aspecto importante de su vida. Y ocurrió lo mismo en la época Colonial, de ahí la presencia de gran cantidad de edificaciones religiosas, además de su esplendor expresado en detalles como el uso de oro en el recubrimiento”. A ello se suma la condición de Centro Histórico mejor conservado de América Latina, lo que le valió la denominación como patrimonio.
Fuente: El Telégrafo