Tras el primer año de operaciones del Metro de Quito, el alcalde de la ciudad, Pabel Muñoz, y el presidente de la República, Daniel Noboa, se refirieron a la ampliación del sistema de transporte hasta Calderón. En NotiMundo al Día, Fernando Sancho, veedor del Metro de Quito, consideró que existen otras opciones factibles para llegar hasta esa parroquia, y así evitar ser una ciudad “eternamente endeudada”.

Sancho recordó que cuando se diseñó el Metro, se lo hizo basado en que 450.000 personas lo utilicen, sin embargo, el promedio de usuarios actualmente es de 150.000, lo que representa una tercera parte de lo programado inicialmente.

Respecto de la extensión de este sistema de transporte hacia Calderón, en el norte de la ciudad, la Veeduría tiene una posición muy clara, dijo Sancho. Señaló que hace años atrás se pidió un estudio pormenorizado para seleccionar un medio de transporte adecuado que llegue hasta esa parroquia, pues si bien el Metro tiene todas las ventajas, resulta «bastante caro».

Sancho explicó que cada km cuesta USD 120 millones, mientras que con otras alternativas de movilidad esa cifra se reduciría hasta USD 30 millones. «Por cada km de Metro podríamos tener 4 km de otras opciones; hoy se debe hacer el estudio para ver posibilidades que integren al Metro y se pueda reducir cada vez más el subsidio por parte del Municipio», apuntó.

Por otro lado, manifestó su desacuerdo con los organismos multilaterales, pues consideró que, además de entregar el dinero para la ejecución de la obra, se dan establecen altos intereses, además de la «imposición» de temas, como la contratación de sus consultoras. «Acciona, por más que tenga su tuneladora, tiene que rendirle cuentas a la ciudad, sobre el caso de Solanda, el presunto sobre precio», entre otros temas, sostuvo Sancho.

En este sentido, adelantó que se buscará el «robustecimiento» de nuevas veedurías y observatorios, para contribuir en temas importantes para la movilidad, aunque insistió que el Metro no sería la mejor opción, por el costo que representa. En su lugar, podrían incorporarse trenes aéreos, que estén interconectados con el Metro. «Hago un llamado a la sensatez; hay que estirar los pies hasta donde dan las sábanas, caso contrario, seremos una ciudad eternamente endeudada», concluyó.

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