En una reunión de dos días en Montecristi (oeste) avalada por el presidente Juan Manuel Santos, las delegaciones de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), el partido político surgido del acuerdo de paz con las FARC, y de los rebeldes guevaristas denunciaron también el asesinanto de líderes sociales y la amenaza del paramilitarismo.
Surgidas en la década de los 60, las FARC y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) intentan superar medio siglo de enfrentamiento con el Estado. Con la primera organización, que fue la mayor guerrilla del continente, Santos firmó en noviembre de 2016 un acuerdo de paz que está en fase de implementación.
Con el ELN, la última guerrilla en activo del país, busca un acuerdo similar antes de que concluya su mandato en agosto de 2018. Ambas partes están por primera vez en una tregua bilateral temporal, hasta el próximo 9 de enero, mientras avanzan las negociaciones en Quito.
Las dos organizaciones han denunciado incumplimientos a lo pactado por parte del gobierno. En un comunicado conjunto tras la reunión, a la que también asistió la canciller María Ángela Holguín, ambas delegaciones se comprometieron «a explorar mecanismos comunes» para que se cumpla el acuerdo firmado con las FARC y «avance la agenda de conversaciones pactada entre el Gobierno y el ELN», cuyo cuarto ciclo tiene previsto iniciarse esta semana.
«Para esta finalidad, hemos decidido la creación de un mecanismo conjunto entre las dos fuerzas, cuyos resultados estaremos informando al gobierno, al país y a la comunidad internacional», anunciaron ambas delegaciones. En el texto, la FARC y el ELN, que acudieron al encuentro con sendas delegaciones de alto nivel, rechazaron el asesinato – en un tiempo no especificado – de «treinta excombatientes de las FARC», de líderes sociales y de defensores de los derechos humanos.
Además, piden al gobierno que tome medidas para desmantelar las bandas paramilitares, «la peor amenza para la paz en Colombia», y proponen, como solución al «complejo problema» de los cultivos ilícitos, establecer «planes de sustitución» y «programas de inversión social».
La delegación de la FARC estuvo encabezada por Rodrigo Londoño, cabeza del partido y excomandante máximo de las FARC, mientras que la del ELN tuvo como máximo representante al comandante Pablo Beltrán, jefe negociador con el gobierno.
Fuente: El Telégrafo