La politización de las instituciones técnicas y hasta de los desastres que ocurren en el país, dan pie a que continúen ocurriendo desgracias como el derrame de crudo en Esmeraldas, donde, hasta el momento, no existe una cuantificación de los barriles de petróleo regados ni las afectaciones que esto produjo.
Así lo señaló Nelson Baldeón, consultor en geopolítica energética y analista petrolero. Indicó que esto también impacta en la baja producción y que el Ecuador no tenga un norte en esta área. A su criterio, el evento en Esmeraldas pudo ser evitada e incluso predicha, si existiera inversión en tecnología para cuidar los recursos del país.
A esto se suma que el país se encuentre en un ambiente electoral, pues los mayores golpes para el país se producen en el sector petrolero, que es la «columna vertebral» de la dolarización, explicó. «Como no hay cifras reales ni balances en Petroecuador, es difícil confiar», dijo Baldeón.
Respecto del Sistema de Oleoducto Transecuatoriano (SOTE) y el nuevo trazado previsto en ciertas zonas de alta complicación geográfica, Baldeón lamentó que el proceso esté estancado, porque los activos están siempre en manos del estado y las concesiones son por tiempo limitado. «Lo mismo (que ocurre con el SOTE) podría ocurrir con el OCP, que recién pasó a manos del Estado, pero la ineficiencia, falta de presupuesto (…) hará que el OCP termine igual», alertó.
Sobre las teorías que se manejan del último derrame, que apuntan a que la rotura habría sido ocasionada por un deslave o por un «sabotaje», como es la versión del Gobierno, Baldeón dijo que la estructura obsoleta podría haber cedido ante cualquier evento.
«Las nuevas tecnologías permiten predecir este tipo de cosas, ¿por qué empresas como Petroecuador no empiezan a delegar estos activos?», cuestionó.