Los falsos vendedores ambulantes que utilizan el sistema de transporte público en la capital ponen en riesgo la seguridad de los ciudadanos. La preocupación aumenta cuando existen amenazas a los pasajeros si no se compra los productos ofrecidos dentro de los automotores.

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Oscar Fernando de las Casas es vendedor ambulante y mientras recorre la ciudad ofrece llaveros a los pasajeros que utilizan los buses como medio de transporte. Es peruano y trabaja en Quito desde hace más de cinco años. De las Casas decidió radicarse en esta ciudad desde que en su país natal la discriminación hacia quienes ejercían la venta informal cruzó cualquier límite. “Allá se viven momentos muy fuertes cuando te subes a un bus, muchas veces te amenazan con jeringas con VIH para que compres el producto o des dinero. Acá es diferente, aquí todavía dejan vender, allá en Perú es muy difícil” comenta el comerciante.

De las Casas muestra su preocupación ante los falsos vendedores que se suben en los buses para amenazar y amedrentar a los pasajeros, pues cree que es un trabajo bien sufrido, no cualquiera es capaz de convencer a un cliente y considera que por unos cuantos no es justo que paguen todos. “Por suerte no han pensado que soy malo (…) Aquí la gente es curiosa, la gente te analiza, te investiga antes de tomar un juicio y comprar tu producto”, cuenta de las Casas mientras espera la próxima unidad.

Para este vendedor, el trato de los quiteños es bueno, centrado y seguro. Sin embargo teme que las cosas cambien. David Banda, usuario frecuente de este tipo de transporte cuenta que ha vivido varias experiencias en las que se ha visto amenazado por este tipo de personas. “Hay gente que trata de vender aparentemente, pero en realidad amenaza diciendo que conocen a gente pesada de barrios peligrosos o dicen que recientemente han salido de la cárcel (…) Nos hacen sentir inseguros a los pasajeros”. Banda agrega que no hay derecho a exigir una moneda en base a la intimidación.

Por otra parte, Ronny Guamán quien también utiliza los buses como medio de transporte comenta que no ha recibido insultos ni agresiones de parte de los vendedores. Sin embargo si considera que la falta de empleo en la capital obliga a que muchas personas ejerzan este tipo de trabajo informal. Según en la ordenanza municipal 280 se señala que el espacio público en el que trabajan los comerciantes debe ser autorizado por el municipio, sin embargo, para Banda y Guamán, es evidente que esta ley no se cumple. De igual manera, el Mayor Juan Zapata, Secretario de Seguridad y Gobernabilidad del  Distrito Metropolitano de Quito asegura que no está permitido la venta informal en los buses y que en estas instancias delictivas la entidad encargada de la seguridad ciudadana es la Policía Nacional.

La realidad es esa. De las Casas, al igual que muchos,  seguirán trabajando de manera honrada y sin dañar la integridad de nadie. “Muchas personas tienen metas en la vida, la mía es estudiar varios idiomas y por eso estoy metido en esto”. Dice además que no solo vende llaveros a los pasajeros, pues también ofrece  lapiceros, golosinas, abanicos, entre otros. Asegura que no habla con otros vendedores ya que trabaja de manera independiente y gana alrededor de 25 dólares  diarios que los distribuye en gastos de vivienda y alimentación.