En algunas partes de Gran Bretaña hablar inglés con acento italiano, polaco o español puede ser suficiente para provocar una airada reacción. Es la Gran Bretaña post-'Brexit'.

CNN

A raíz de la votación, el pasado 23 de junio, en la que resultó ganadora la opción de dejar la Unión Europea los crímenes de odio contra inmigrantes se han disparado, según un informe del Ministerio del Interior británico

El reporte indica que mientras que entre enero y mayo de este año las cifras de este tipo de crímenes se mantuvo en niveles similares a los de 2015, el número de ofensas agravadas por motivos raciales o religiosos se incrementó en un 41% en julio de este año con respecto al mismo mes del año anterior.

En agosto se registró una bajada en este tipo de delitos, pero las cifras se mantienen en niveles superiores a los meses previos al referéndum, señala el reporte.

En Harlow, Essex, una zona con muchos inmigrantes procedentes de Europa del Este -y que votó mayoritariamente a favor del ‘Leave’- el polaco Arkadiusz «Arek» Jozwik fue atacado y dejado por muerto en agosto. La policía ha tratado su muerte como un posible crimen de odio.

En la semana posterior a la votación, la policía registró cinco veces el número habitual de ataques racistas. En Huntingdon, Cambridgeshire, por ejemplo, se dejaron panfletos antiinmigrantescerca de una escuela en los que podía leerse «Dejamos la UE – no más alimañas polacas».

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«Gran Bretaña ganó los Juegos Olímpicos de la xenofobia», el 23 de junio, dice el profesor de fisiología Samuele Marcora, un italiano que lleva 18 años viviente en Reino Unido. En su ciudad adoptiva de Chatham, en Kent, al sureste de Londres, dice que ha visto este odio a los extranjeros de primera mano.

«Yo hablaría italiano en uno de los bares en el centro de Chatham o en Gillingham (otro pueblo cercano). No me sentiría seguro». Incluso cuenta que en Rochester alguien le gritó: ‘¡vete a casa!’ cuando lo escucharon hablar.

Marcora dice que su esposa, que es china y «visiblemente inmigrante» ha recibido un tratamiento aún peor.

Después de haber pasado por una mastectomía como consecuencia de un cáncer de mama, ella fue a una farmacia local para recoger una receta y le dijeron «¡los medicamentos son muy caros!». Su esposo cuenta que la hicieron sentir como si no mereciera la medicación del Servicio Nacional de Salud por no haber nacido en Gran Bretaña.

«(Los medicamentos) cuestan 88 libras al mes, y nosotros pagamos nuestros impuestos», dijo un Marcora visiblemente molesto.

«Yo era el mayor fan de Gran Bretaña, prerreferéndum», recuerda del profesor de fisiología. «En comparación con Italia, es menos caótico, más meritocrático, más cosmopolita».

«Entonces, de repente, te encuentras con que una gran parte de la población no se siente así. Ellos no te quieren aquí… Fui rechazado por el pueblo británico».